"El destino de una mujer que iba para casada", brillante actualización de la obra de Lope de Vega, de la mano de Teatro a Bocajarro


El destino de una mujer que iba para casada, maravilloso título -subtítulo, en realidad, de una obra que su autor bautizó como El alcalde mayor- para una obra teatral de hace cuatrocientos años, escrita nada menos que por nuestro Lope de Vega, aquel modernísimo dramaturgo que revolucionó la escena española -y foránea- desde unos posicionamientos, aún más renacentistas -esto es, liberalmente humanistas- que barrocos, que lo emparentan con Cervantes mucho más de lo que ambos hubieran imaginado; al menos, en esa liberalidad de su mensaje en algunos momentos.


Nunca representada desde aquel siglo remoto en que Riquelme la ofreciera al público asistente a los corrales de comedias, esta pieza de Lope ha quedado oculta, como tantas otras, frente a otros títulos mimados por la tradición y recuperados recurrentemente para la escena -de forma especial en las últimas décadas- por los enamorados del teatro "clásico". Motivo más que suficiente, junto con el papel otorgado a la mujer en la pieza, para que la joven compañía Teatro a Bocajarro, nacida en Madrid en 2020 con la intención de recuperar textos menos conocidos de nuestro Siglo de Oro, fijara su atención en ella. Si en su primer montaje, El muerto disimulado, comedia de la dramaturga portuguesa -en lengua castellana- Ângela de Azavedo que estrenaron en el Festival Experimental de Teatro Clásico ClasicOff de Nave 73, en el verano de 2021, sorprendieron por la originalidad y frescura de su propuesta y alcanzaron un éxito más que merecido que los llevó a recorrer diferentes escenarios al año siguiente, con su segundo trabajo, El destino de una mujer, no han hecho más que confirmar lo que es una certeza: aquí hay teatro y muy buen teatro.

La historia presentada en escena no guarda ningún misterio respecto a los trucos y mecanismos empleados en nuestra dramaturgia áurea y los conflictos habituales en torno al amor ideados por Lope de vega: historias de deseos cruzados, confusión de identidades, el disfraz de una mujer que busca salvar su honor o perseguir a su hombre cambiando de identidad y de "sexo", lances de capa y espada... y final feliz con boda o bodas. Todo ello tiene este Destino de mujer, y de mujeres, que yendo para casadas, presentan la transgresora decisión de elegir su propio camino para realizarse personalmente -superando los estudios universitarios y llegando incluso a alcanzar el honor de ostentar una alcaldía mayor-, sin que este pase necesariamente por la castrante inevitabilidad del matrimonio. 

Nada más iniciarse la representación de este nuevo montaje de Teatro a Bocajarro percibimos la maestría y la seguridad que otorga en escena el trabajo bien hecho. Acertadísima dirección de Laura Garmo y Nacho León a partir de una propuesta minimalista -a la fuerza ahorcan, como con simpático descaro confiesan estos nuevos comediantes que saben lo bien que viajan seis simples sillas en una furgoneta- que permite al ingenio desplegar toda su potencialidad artística. Y bien que lo hacen ambos, tanto en la presencia otorgada a esas sillas con las que se construyen los muy diferentes espacios en los que transcurre la historia como en el dinámico juego escénico creado en torno a estas. Su intenso color negro forma parte de la estética elegida por los directores, y autores a un tiempo, de esta magnífica adaptación, que, inspirada -no solo en la estética, también en la intención- en la siempre simpática, descarada, rebelde y secular tuna estudiantil, traslada los tonos negros de sus ropajes al conjunto de un vestuario en el que destaca asimismo el blanco de las blusas. También la música incorporada al montaje -excelente el trabajo de Benigno Moreno como director musical del espectáculo- recurre a las célebres composiciones de una tuna muy presente en el recuerdo de buena parte de los asistentes; pero también a otros temas muy populares y reconocibles, más actuales, que establecen junto con los anteriores un permanente y simpático guiño de complicidad con el público, que recibe con cordial entendimiento la combinación del verso clásico con el rap, aceptándolo como lo más natural del mundo.

Pero junto con los innumerables aciertos de una propuesta simplemente perfecta en lo que se refiere a la actualización de un clásico, desde el punto de vista de la dramaturgia, la dirección escénica y el equipo artístico que hay en torno al montaje -incluida la magnífica labor con el verso realizada por Nacho León-, destaca sobremanera en este espectáculo estrenado ayer mismo, en el marco del IX Festival Experimental de Teatro Clásico ClasicOff, en Nave 73, el impecable trabajo llevado a cabo por los cinco actores y actrices que conforman el reparto, cuyos nombres -Lidia Guillem (Rosarda), Víctor Antona (Beltrán), Amaranta Munana (Beatriz/Teodora, entre otros), Pablo Salinero (Mauricio/Don Juan) y Lucas Casanova (Dinardo)- estamos convencidos de que escucharemos y leeremos con frecuencia en el futuro. Su nivel actoral se halla a la altura de los más destacados intérpretes de la dramaturgia áurea, a la que, con seguridad, seguirán aportando su talento y avezada técnica. Pero permítasenos destacar, sin desdoro de los restantes, la poderosa presencia escénica de Amaranta Munana, que estuvo, simplemente, brillante.

Felicitamos a los responsables y protagonistas de esta excelente producción teatral que deseamos tenga la fortuna (en realidad, el afortunado sería el público) de realizar un largo recorrido por los teatros de la capital y de toda España. Y animamos a quienes lean estas líneas a no perderse El destino de una mujer que iba para casada, que permanecerá en Nave 73 hasta el 12 de julio. Absolutamente recomendable.

José Luis González Subías


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