¿Literatura o periodismo? ¿Hasta qué punto es admisible deformar la realidad con una finalidad estética y el objetivo de transmitir sensaciones y provocar la reflexión; en definitiva, estimular la sensibilidad y la conciencia? ¿Le corresponde al cronista de la realidad adaptar esta, en virtud de unos fines ajenos al ideal de objetividad exigible a la noticia periodística? Estas y otras preguntas, ligadas no solo a dos formas de entender el periodismo sino de posicionarse ante la realidad misma; los principios que rigen el comportamiento humano, muy ligados a la distancia generacional; o el enfrentamiento entre la fría objetividad de la razón -y la tecnología- y la subjetividad emanada del corazón y del escepticismo, se cuestionan y destapan en
Hechos y faltas, una simpática comedia dramática escrita por
Jeremy Kareken,
David Murrell y
Gordon Farrell, a partir del libro de John D'Agata y Jim Fingal
The Lifespan of a Fact (2012), versionada y dirigida por
Bernabé Rico, que desde el pasado 30 de agosto se representa en el
Teatro Pavón.
Con un
formato tradicional, de ambientación contemporánea y estética realista, en el que el poliédrico dramaturgo y director sevillano ha cosechado grandes éxitos (
Muñeca de porcelana,
La culpa,
Trigo sucio,
La coartada) y ha demostrado ser un consumado maestro, esta pieza presenta un conflicto de actualidad protagonizado por tres únicos personajes: Emily (
Ángeles Martín), redactora jefe de una importante revista estadounidense; Jim Fingal (
Juan Grandinetti), becario encargado por esta de realizar una revisión de los datos incluidos por un reconocido escritor en la crónica que va a publicarse en el próximo número de la revista; y su autor, John D'Agata (
Antonio Dechent), un periodista que aporta a sus trabajos un carácter excesivamente personal que lo acercan a Truman Capote, solo que en sentido inverso: en lugar de escribir novelas de no ficción, escribe crónicas ficticias. Lo que comienza presentándose como un trabajo que, sin dejar de ser riguroso, no deja de plantearse como un mero trámite rutinario, necesario en toda revista, enseguida se convierte en una pesadilla para el reputado cronista; al igual que para Emily, cuya relación con John supera el marco estrictamente profesional y debe tomar una decisión sobre la publicación o no de su escrito; pues los datos sobre los que ha construido las quince páginas de su "obra", son desmontados sistemáticamente por Jim en las ciento treinta páginas que ocupa su escrupuloso informe.
Interesantísimo tema -con multitud de aristas y ramificaciones- el presentado por los tres autores de la obra original, a partir de la novela autobiográfica escrita por John D'Agata y Jim Fingal (se trata de una obra basada en "hechos reales"), en
un texto cuya adaptación española es impecable. Como lo es asimismo la excelente dirección del autor de esta,
Bernabé Rico, que imprime a su montaje un envidiable ritmo dramático. Con un acertado uso del paso del tiempo, especificado con unas oportunas indicaciones visuales al fondo de la escena, y avances temporales marcados por contundentes y modernos ritmos sonoros, la acción va ganando en intensidad a medida que progresa la historia y se desarrolla el conflicto, que hará confluir a los tres personajes en el mismo lugar, Las Vegas, en casa de John D'Agata, donde tendrá lugar un debate intelectual y humano, pero también profesional, en el que está en juego algo más que la publicación o no del artículo... perdón, crónica... escrito por este.
El excelente trabajo realizado por los tres actores que dan vida a la historia es uno de los grandes atractivos del montaje, que cuenta además con una escenografía de
Leticia Gañán y
Curt Allen Wilmer (nombre habitual en los trabajos de Rico) de gran efectividad funcional y estética, potenciada por la iluminación de
José Manuel Guerra; un realismo estilizado dominado por el color blanco, en el que el vestuario de
Pier Paolo Álvaro cobra un mayor valor. Los diferentes registros interpretativos de estos se hallan perfectamente equilibrados y conjuntados, ofreciendo una permanente sensación de verdad: la presencia, la voz y la naturalidad de
Antonio Dechent; el vertiginoso dinamismo de
Juan Grandinetti, arrollador y sincero; y la apostura escénica de
Ángeles Martín.
El drama norteamericano realista sigue demostrando, con esta excelente pieza, la vigencia de una forma de hacer teatro basada en la palabra -el texto-, el trabajo actoral y el adecuado desarrollo de una intriga y un conflicto que mantienen y guían el interés del público hasta su desenlace.
Literatura dramática en estado puro.
Hechos y faltas seguirá representándose en el Teatro Pavón hasta el 8 de octubre. Una obra contemporánea, de factura clásica e impecable formato, hecha para provocar sonrisas y alimentar preguntas, que recomendamos no perderse.
José Luis González Subías
Fotografías: Sergio Parra
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