"La discreta enamorada" de Lope de Vega, en una nueva adaptación colorida, fresca y muy actual, dirigida por Lluís Homar


La discreta enamorada es una de las piezas dramáticas de Lope mejor construidas. Escrita en la plenitud de su talento y su vida, esta obra de comienzos del siglo XVII expresa como pocas el arte nuevo de hacer comedias ideado por el autor, constituyendo en sí misma el paradigma de una forma de hacer teatro cuya influencia marcó el devenir de la escena durante siglos. Un maravilloso ingenio del enredo y la versificación -no deja de asombrar el sobrehumano dominio de la palabra de Lope de Vega- centrado en el tema que más interesó, vital y literariamente, al poeta madrileño: el amor. La trama central de la pieza gira en torno al amor que siente Fenisa, que vive con su madre viuda, por Lucindo, un apuesto galán vecino de esta, hijo del también viudo capitán Bernardo. El enredo es fruto de una historia de amores cruzados cuando el capitán pide la mano, en lugar de a la viuda, a su hija; y Lucindo, siguiendo el plan de Fenisa, hace lo propio con su madre. La astucia, desparpajo e inteligencia de esta "discreta enamorada" que antepone su deseo a las voluntades ajenas, y no acepta más norte que su libre elección, convierten a este personaje femenino en un ejemplo más -uno de los muchos de aquel teatro- del activo y protagonista papel de la mujer en la sociedad española del siglo XVII.   

Con un despliegue de medios solo asequible a la Compañía Nacional de Teatro Clásico, esta ingeniosa y espectacular producción que desde el pasado 21 de septiembre se representa en el Teatro de la Comedia, sobresale, entre otros muchos aspectos, por el generoso -y excelente- reparto que interviene en escena, así como por el original formato escenográfico elegido (obra de Jose Novoa), que muestra el escenario en su totalidad, ofreciendo sus secretos ocultos, y construye los diferentes espacios donde transcurre la acción insertando numerosos elementos que juegan con una anacronía armónica de muy efectivos, y convincentes, resultados. Tanto como las diferentes composiciones musicales intercaladas en la trama -de absoluta modernidad melódica e instrumental-, en una de las cuales apreciamos un pequeño guiño  a la lengua catalana con la inclusión del tema "Vestida de nit", de Silvia Pérez Cruz.

Todo es posible y nada desentona en esa caja mágica donde se corporeiza la ficción. Luces estroboscópicas y guitarras eléctricas conviven con lámparas de salón y sillones clásicos; como el vestuario (a cargo de Deborah Macías), de una modernidad atemporal llena de sugerencias y un ligero aire burlesque en los atuendos femeninos, donde asoman elementos que nos hacen sentir, desde la libre convención artística, en el Siglo de Oro.

El excepcional trabajo actoral de esta nueva promoción de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico nos hace albergar más que optimistas esperanzas sobre sus futuros proyectos, que aguardamos ya con impaciencia después de este espectacular arranque. Un total de trece intérpretes se juntan en el escenario, a los que acompaña una nutrida representación de técnicos de la CNTC, que contemplan e interactúan con los actores, en una suerte de guiño metateatral acorde con el concepto espacial del montaje. En la función de este miércoles, los papeles principales fueron representados por un excepcional Marc Servera -autor también de las composiciones musicales de la pieza-, que mostró unas dotes interpretativas admirables y un singular talento para la comedia dando vida a Lucindo; Cristina Marín-Miró (Fenisa), encantadora, segura y muy efectiva en su personaje; al igual que Montse Díez en el papel de su madre (Belisa); Íñigo Arricibita (capitán Bernardo), a quien correspondió un personaje cuya edad no le favoreció -sin duda más ajustado a Lluís Homar, quien interpretó este en las funciones de septiembre-; Pascual Laborda (Hernando, criado de Lucindo); Miriam Queba (la cortesana Gerarda); Ania Hernández (el caballero Doristeo); y otros varios personajes interpretados por Xavi CaudevillaCristina García, Nora Hernández, Antonio Hernández Fimia, María Rasco y Felipe Muñoz, que, en algunos casos, alternan sus papeles con los anteriores en diferentes funciones. La mayoría de ellos interpretan asimismo -bien con la voz o con algún instrumento- las composiciones musicales incluidas en la acción, en un trabajo conjunto impecable.

Lluís Homar ha asumido la dirección de un espectáculo que lleva un inequívoco sello de calidad y el personal estilo de este gran actor y director de escena. Excelente, atrevido, a la par que medido y delicadamente hilvanado, con mimo, es este nuevo montaje de La discreta enamorada; un clásico que sigue teniendo cosas que decirnos hoy, adaptado y actualizado con inteligencia, pulcritud y, en nuestra opinión, acierto; que permanecerá en el Teatro de la Comedia hasta el 26 de noviembre. Hasta el momento, uno de los grandes montajes teatrales de este temporada. No se lo pierdan.

José Luis González Subías


Fotografías: Sergio Parra



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