"Últimos días de una puta libertaria", de César López Llera, en El Pasillo Verde


Anoche volvió a representarse en El Pasillo Verde Últimos días de una puta libertaria, la obra del dramaturgo madrileño -con alma asturiana- César López Llera que se alzara, en 2006 -año en que se sitúa la acción de la pieza-, con el prestigioso premio Tirso de Molina. 

Carmen Latorre, actriz de raza, se ha puesto al frente de este nuevo montaje, que también dirige, para dar vida una vez más a Remi, un personaje entrañable que se convierte en el símbolo de la marginalidad y la rebeldía frente a un sistema social que ha ayudado a convertirla en lo que es: una vieja exprostituta, solitaria, hosca y huraña, amiga de los pocos vicios que puede ya sostener -el alcohol y el tabaco- y de algunas mascotas que sobreviven con ella en el reducido espacio de un apartamento cochambroso, infestado de objetos inservibles que le sirven también de compañía, y distracción. El encuentro casual de esta, la noche de Año Nuevo, con Leticia (Isabel Martín Conde), una joven abogada lesbiana cuya vida parece haber perdido el rumbo tras un reciente desengaño amoroso, establecerá una estrecha y amistosa relación entre ambas; a la que se sumará tangencialmente un policía del barrio (Alberto Úbeda) que guarda un tierno afecto a la anciana Remi.

Las muchas conversaciones sostenidas entre Remi y Leticia, desde el inicio mismo de la obra, son uno de los principales atractivos de un texto dramático en el que prima la palabra y la intención manifestada en esta, destinada a verter sucesivos mensajes sociales dispuestos a remover conciencias sobre temas diversos. Pero también la humanidad y verdad de un personaje, la Remi, prototipo del antihéroe moderno, que constituye una sublimación negativa de ese fondo del vaso al que todos, de un modo u otro, en algún momento, podemos llegar a mirar de frente; o ese reverso oscuro que constituye la cara oculta y las excrecencias de nuestra realidad.

Carmen Latorre ha vuelto a crear un personaje intenso, pleno de fantasmas interiores, de una expresividad desgarradora, en la que su poderosa voz sobresale con contundencia. En esta ocasión, la intérprete se ha visto acompañada por una excelente partenaire, Isabel Martín Conde, que realizó un gran trabajo y aportó a la acción buenas dosis de frescura y dinamismo. Por su parte, Alberto Úbeda ofreció un sobrio contrapunto, con una interpretación seria y a la altura.

Muy bien resuelto el diseño espacial, en un escenario repleto de enseres, y adecuados los arreglos sonoros que ambientan la acción; recursos más que suficientes y oportunos para una pieza -como señalábamos- donde prima la palabra, y para una sala del circuito alternativo. En este caso El Pasillo Verde, en el madrileño Paseo de la Esperanza. Un lugar que visitamos ayer por primera vez -lleva funcionando desde hace poco más de un año- y nos encantó, y viene a sumarse a esas abundantes salas off que han hecho de Madrid una ciudad donde la cultura teatral se encuentra también a pie de calle.

Últimos días de una puta libertaria podrá verse aún los viernes 10 y 17 de noviembre. Una obra que tiene mucho que decir y no te dejará indiferente.

José Luis González Subías


Comentarios

  1. Muchas gracias por asistir a la función y por la reseña. ¡Salud y teatro!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Una "paradoja del comediante" tan necesaria y actual como hace doscientos años

"La ilusión conyugal", un comedia de enredo donde la verdad y la mentira se miran a los ojos

"Romeo y Julieta despiertan..." para seguir durmiendo