Una "Elektra" muy de hoy, convertida en una alocada opereta llena de humor, ingenio e intención


Original, atrevida, desenfadada, y llena de humor, ironía e ingenio es la propuesta teatral firmada por Lucia Trentini, como dramaturga y directora de una Elektra que, inspirada en la tragedia de Eurípides, nos ofrece, en una agilísima vuelta de tuerca, una versión absolutamente actual del texto clásico que juega con el absurdo, el distanciamiento metateatral, la narratividad, la inclusión de la música en directo -interpretada por las propias actrices- e incluso guiños al teatro pánico. No parece disparatado que la "Bizarra y doméstica opereta para cocina" compuesta por Trentini nos haya traído a la memoria la Ópera Pánica de Jodorowski.

Mucho de análisis psicológico del comportamiento humano, y de sus traumas y obsesiones de trasfondo filiopaternal, hay en esta pieza que "deconstruye" la historia del asesinato de Clitemnestra -asesina a su vez de su esposo el rey Agamenón, por haber sacrificado la vida de su hija Ifigenia- a manos de su otra hija, Electra, en connivencia con su hermano Orestes, conscientemente relegado -y suprimido- en una versión que es, sobre todo, un clamoroso grito de libertad y reivindicación feminista.

La acción de la obra se plantea como un combate entre madre e hija, desde la posición realista, vital, comprensiva y conciliadora de aquella, y el extremismo desaforado, patológico, ridículamente trágico de esta, cuyo contraste con la madura sensatez y el cinismo de Clitemnestra ofrece un acusado tono humorístico al conjunto. Dicho enfrentamiento entre los dos únicos personajes que intervienen en escena se desarrolla en un espacio simbólico que reproduce -también acústicamente- el reducido marco de un cuadrilátero pugilístico, a la par que una cocina, ese tradicional "reino" femenino del que Elektra se niega a formar parte.

Guiada por una inteligente dirección, que acierta a mantener un permanente interés por lo que sucede en escena, la acción de la pieza se desarrolla a buen ritmo, sostenida por la brillante interpretación de una Gloria Albalate (Clitemnestra) que se come el escenario. Majestuosa en su naturalidad, sus matices, su poderosa voz, su chispa cómica y en esos números en que demostró sus altas dotes para el canto. Simplemente perfecta. No menos efectiva fue en su trabajo como actriz la propia Lucia Trentini, encargada de representar a una furiosa Elektra que no dudará en devorar finalmente a su madre, en un duelo cuyo desenlace no dejará de sorprender al público.

Excelente planteamiento escenográfico y de iluminación a cargo de Bibiana Cabral, al igual que el uso dado al espacio sonoro y a la introducción del elemento musical, en un trabajo colectivo que comparte y mantiene el ingenio que caracteriza a una producción que desborda chispa y originalidad.

Todo un acierto, en definitiva, este montaje que conjuga la seriedad del mensaje con la amenidad de una forma capaz de hacer disfrutar a todo tipo de público. Tras su estreno y exitoso paso por Nave 73 a lo largo de este mes de noviembre, Elektra se despide hoy, día 26, en una función que seguro recordarán quienes tengan oportunidad de verla. Una obra que merece y necesita ser repuesta pronto. Cuando sea así, no se la pierdan.

José Luis González Subías


Fotografías: Marta Mora

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