¡Gracias por venir... al teatro!


Gracias por venir... así recibe y despide al público que asiste todos los sábados al Teatro Arlequín, junto a la Gran Vía, esta comedia-vodevil presentada como homenaje a la gran actriz cómica Lina Morgan (Madrid, 1937-2015), referente y cita obligados de ese público que, sin ser asiduo consumidor de teatro, acudía a verla a Madrid atraído por el gran fenómeno de masas en que su popular figura y su arte -tan sencillamente humano- se convirtió tras adquirir el madrileño Teatro La Latina en 1978, al que convirtió en templo del humor y la revista durante décadas.

Escrita por Cari Antón, directora a su vez del espectáculo, el argumento de esta pieza nacida sin más pretensión que la de ofrecer un agradable rato de esparcimiento y de risas, al tiempo que se recuerda a quien era única en provocar este efecto, se desarrolla a partir de un simple enredo basado en el sempiterno -y efectivo- recurso del quid pro quo; esto es, la confusión o cambio de identidad entre individuos, lo que provoca numerosos malentendidos y situaciones cómicas. La joven repartidora que es confundida con Ramona o Ramy (Celia Díaz) al entrar en una agencia de artistas dirigida por la vedette Marian (Ana Torres), cuyo novio, Peter (Javier Arriero), es exactamente igual al suyo, con quien confunde, son la base de este enredo que cuenta como especial aliciente y atractivo la inclusión de varios números musicales en los que la vedette Ana Torres despliega todos los encantos que adornan -y deben adornar- a su efectado personaje. Las canciones elegidas como banda sonora de este musical dedicado a Lina Morgan son aquellas que la actriz y vedette cómica hizo célebres: "Yo soy la vedette", "La chica del 17", "Gracias por venir"...

Celia Díaz asume la difícil tarea de dar vida en su papel a quien fue y será inimitable en unos personajes tan fundidos en la actriz que los encarnó que solo pueden ser vistos en ella. Aun así, y a pesar del insalvable escollo, a lo largo de la función la personalidad de la intérprete irá asomando para cautivar por sí misma al público que asistió ayer tarde al Teatro Arlequín, tanto dentro como fuera del escenario, en esas múltiples rupturas de la cuarta pared que permiten a la actriz interactuar con los asistentes al espectáculo; sus amigos, como los llama. Por su parte, Ana Torres se comporta con la grácil afectación de su personaje, y Javier Arriero asume con corrección su papel de comparsa cómico.

El montaje parte de unos parámetros elementales y ortodoxos, tanto desde el punto de vista escenográfico como narrativo, sin otra finalidad que la de mostrar de forma directa y sencilla la historia sobre la que se construye el espectáculo cómico y musical, verdadero objetivo de la función. Y, en este sentido, la obra cumple todas sus expectativas.

Teatro por y para todos los públicos, se sentirán especialmente atraídos y encantados con este producto quienes, adornados con la nieve de muchos inviernos, amaron a aquella gran actriz que fue Lina Morgan. Especialmente emotivo es el homenaje final donde se proyectan algunos momentos de su vida, que, estamos convencidos, hicieron humedecer muchos ojos -entre ellos los de quien les habla- en el patio de butacas. Gracias por venir seguirá representándose todos los sábados, en el Tetro Arlequín Gran Vía. ¡Pasen y vean!

José Luis González Subías


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