"Burro", la nueva producción de Ay Teatro, con un sublime Carlos Hipólito


Una fabulosa travesía por la historia de la humanidad y de la literatura, guiados por la voz y la palabra de un asno capaz de discurrir y expresarse como unos seres humanos de quienes poco dista en sus condiciones de vida y comportamiento, es el armazón argumental de Burro, el nuevo montaje que la compañía Ay Teatro estrenó hace unos días en el Teatro Reina Victoria de Madrid.

Desde su probado conocimiento y fascinación por la literatura clásica, Álvaro Tato ha construido un extenso monólogo en el que, apoyado en numerosos y selectos textos universales que han dado a la figura de este animal un papel protagonista (El asno de oro, Don Quijote de la Mancha, El sueño de una noche de verano, Platero y yo, Disputa del asno, La Burromaquia y tantos otros), vuelve a mostrar sus extraordinarias dotes como creador de historias de eminente sabor clásico, escritas con la propiedad y elegancia de aquellos lejanos textos, pero con un sentido de la concepción escénica fresco, actual y ligero, de innegable modernidad. Una estética que es resultado del excelente tándem formado con Yayo Cáceres, imprescindible director de sus obras, quien vuelve a ser responsable de la música -obligada y necesaria en las producciones de Ay Teatro, y previamente Ron Lalá- de esta pieza.

Fran García
e Iballa Rodríguez realizan un magnífico trabajo de apoyo actoral y musical -impecable asimismo la labor de Manuel Lavandera como guitarrista-, perfectamente engarzado en el devenir del texto, y al que Yayo Cáceres saca un excelente partido como contrapunto coral que dota de ritmo y color a la escena; pero el foco de la atención y el completo protagonismo de este montaje recae sobre Carlos Hipólito, un actor capaz de llenar y dar vida a un espacio con su sola presencia. Una vez más, Hipólito demuestra ser uno de los más grandes actores de este país. Desde el instante mismo en que principia la acción, observamos a este en escena metamorfoseado en burro: el modo en que utiliza sus brazos y puños -en los que podemos ver sin esfuerzo unas pezuñas-, la posición del cuerpo, incluso cuando puntualmente utiliza el rebuzno, son una lección de interpretación gestual; como lo es el permanente estado de su rostro, que puede decirlo todo con una mirada, o su dúctil y expresiva voz, capaz de recorrer todos los registros y de adentrarse en el canto. Un auténtico genio de la escena.

Muy logrados y efectivos asimismo son la escenografía y el vestuario diseñados por Tatiana de Sarabia, que contribuyen a crear, sin distraer, el ambiente adecuado para el desarrollo de la historia -en la que dominan la madera y el heno-, tanto en el monocromatismo de la indumentaria como en la creación de un espacio central suficiente para la movilidad de Hipólito; dejando en la parte trasera del escenario una superficie elevada, practicable por ambos lados, donde se sitúan los músicos y sus instrumentos.  

La merecidísima ovación recibida desde butacas y palcos da cuenta del reconocimiento a la excelencia de un trabajo pulido hasta en los mínimos detalles y que aspira a la obra completa y redonda. Burro lo es. No se pierdan esta nueva producción de la compañía Ay Teatro, que se mantendrá en escena, en el Teatro Reina Victoria, hasta el 18 de febrero.


Fotografías: David Ruiz

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