Las "Locuras por el veraneo", de Carlo Goldoni, en versión de Eduardo Vasco; garantía de comedia "bien fait"


Resulta siempre refrescante, placentero y relajante incluso, asistir a un Goldoni en escena; uno de esos clásicos verdaderamente universales que resultaban cosmopolitas ya en la Europa dieciochesca y lo siguen siendo hoy, más de doscientos años después. Todavía, a pesar de las muchas capas que el tiempo y los cambios sociales -e interpersonales- han lanzado sobre las costumbres y las ideas, hay maneras y usos, gustos y tendencias no digo que imperecederas, pero sí reconocibles en una sociedad que, en muchos aspectos -precisamente aquellos que Eduardo Vasco, autor y director de esta versión, ha querido destacar-, no deja de ser un reflejo lejano de aquella.

Las locuras por el veraneo
(Le smanie per la villeggiatura, 1761) es una comedia festiva que aborda sin acritud, pero con intención, la supeditación a la moda y a la apariencia social entre las clases pudientes -o con pretensión de serlo- de la Francia y la Italia del siglo XVIII, equiparables en sus maneras a las de la España de los años veinte; en un traslado a este periodo más cercano en el tiempo, y estéticamente más atractivo y juvenil, que nos parece un acierto por parte de Vasco. Partiendo del culto al veraneo y el dispendio ligado a esta costumbre, que marcaba tajantemente distancias sociales, Goldoni ingenia un enredo a partir de un enamorado celoso y una amada que trata de dar a este una lección por su posesivo comportamiento, con el telón de fondo de unas vacaciones estivales en las que criados, amigos gorrones, caballeros oportunistas, hijas caprichosas, distinguidas viudas y padres consentidores establecen un rico abanico humano donde la generosidad se entrelaza con el interés, los deseos, la envidia, la hipocresía y esa edulcoradora social que es la apariencia.

En un montaje de absoluta corrección, respetuoso -desde su actualización- con las intenciones y el sentido del texto original, Eduardo Vasco prescinde de elementos espectaculares ajenos al argumento mismo de la comedia, dando a la palabra y a las acciones de los personajes -en definitiva, de los actores que les dan vida- todo el protagonismo de una historia que tiene valor por sí misma y se sostiene sin malabarismo alguno. Los añadidos musicales -obra del propio Vasco-, oportunos y comedidos, son un añadido más que enriquece el espectáculo, el cual se caracteriza por mantener un ritmo constante, perfectamente trabado. Por su parte, la elemental escenografía, funcional y práctica, creada por Carolina González, otorga al atrezo (diseñado también por esta) y al vestuario (magnífico trabajo de Lorenzo Caprile) todo el peso de la ambientación.

Bástenos destacar el magnífico trabajo actoral desempeñado por los nueve intérpretes que conforman el elenco: Rafael Ortiz, Elena Rayos, José Ramón Iglesias, Mar Calvo, Alberto Gómez Taboada, Jesús Calvo, Celia Pérez, Manuel Pico y Anna Nácher; impecables, en conjunto, y cada uno de ellos por separado. Sin duda alguna, un excelente trabajo.

Estrenada el ya lejano 21 de diciembre del pasado año, en la sala Max Aub de las Naves del Español, Las locuras por el veraneo, de Carlo Goldoni, se mantendrá en escena hasta el 28 de enero. Una buena ocasión todavía de disfrutar del talento de uno de los maestros del teatro clásico universal, en un montaje con la calidad y el saber hacer de Eduardo Vasco.

José Luis González Subías


Fotografías: Vanessa Rábade

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