"Slave", un espectáculo de danza con mensaje de iPhone incluido, al son de oboe y percusión


Los experimentos y lenguajes alternativos, rupturistas, innovadores, provocadores e imaginativos... la creación, en fin, son algo inherente y consustancial al arte. Reconozco no sentirme cómodo en las muestras de arte contemporáneo; tengo siempre la molesta sensación de no hallarme en mi lugar, la incómoda picazón del deseo de disfrutar sin llegar a conseguirlo, de comprender al menos, pues se sabe que la intención vanguardista no suele dirigirse a la emoción sino al entendimiento. Y ni por esas. Ante la ausencia de pasión, la falta de conexión estética y de comunicación que estimule mi atención e interés, tan solo queda un frío vacío, al que se llega tras el melifluo transcurrir de un tiempo que se hace tedioso y excesivamente lento.

Este es el resumen de lo que viví ayer en la Sala Negra de los Teatros del Canal, espacio por excelencia en Madrid para la muestra de las más renovadoras y avanzadas tendencias estéticas y artísticas dentro de la escena contemporánea, en sus más variadas y extensas modalidades; entre ellas la danza, que la actual directora artística de estos teatros, Blanca Li, ha cultivado en su larga trayectoria profesional.

Slave se presenta como "un drama musical contemporáneo", una "obra escénico musical". Y así puede entenderse sin duda, aunque al ingrediente dramático -por su contenido, convenientemente explicado en el programa- y musical -una música futurista, chirriante y, por momentos, pretendidamente incómoda, compuesta por Alberto Bernal- es necesario añadir, en un lugar muy destacado, protagonista incluso del montaje, la danza. Excelente nos pareció el trabajo coreográfico de Led Silhouette, plasmado sobre la escena con magistral pericia por los bailarines Martxel Rodríguez y Jon López, creadores de esta compañía de danza; como nos resultó asimismo lo mejor del espectáculo la fusión entre esta y el elemento musical. Hasta las palabras de Steve Jobs son expresadas en escena en un brillante juego acústico corporal.

Dicho esto, el mensaje pretendido con la obra -la crítica contra la nueva forma de esclavitud que supone la irrupción del iPhone en nuestras vidas y unos modos de producción que deshumanizan y esclavizan asimismo al automatizado proletariado de nuestro tiempo-, en la que se insertan algunas proclamas subliminales y directas, se pierde en su conexión con un trabajo artístico que discurre junto a aquel de forma paralela, pero sin siquiera rozarse. No entendemos muchos de los juegos escénicos pretendidos por Pablo Ramos en su dirección del espectáculo -ese iPhone iluminado en el suelo, sobre el que avanzaban y retrocedían, cual jugadores de rayuela, Pilar Fontalba y José Luis Urquieta, al son de sendos oboes excepcionalmente utilizados por ambos-; y se nos quedó muy pobre y simple, sin relevancia alguna, la dramaturgia de Mar Gómez González

Debemos destacar, para concluir, el excelente trabajo de percusión a cargo de Carlota Cáceres y Salva Tarazona; al igual que la videocreación confeccionada por Patxi Araujo y Alberto Bernal, y muy especialmente la iluminación diseñada por David Bernués.

En definitiva; un trabajo artístico del que valoramos individualmente muchos aspectos, pero que en conjunto nos resultó fallido. Esta producción del Colectivo E7.2 coproducida por los Teatros del Canal, estrenada ayer 1 de marzo, permanecerá en la Sala Negra de los citados teatros hasta el domingo 3 de marzo.

José Luis González Subías


Fotografías: Pablo Lorente

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