Otro nuevo "Sueño de una noche de verano", a través del filtro desenfadado y travieso de Ramón Paso


Sueño de una noche de verano... No hay más que escuchar este título para que el buen amante de la literatura dramática comience a fantasear y a apetecer, de forma irresistible, acudir al teatro. Cualquier adaptación o versión de este conocido texto shakespeariano despierta la curiosidad de los adictos a la escena. Y es que si Shakespeare sigue siendo hoy la quintaesencia de la palabra teatral y la tragedia moderna, también lo es de un fino humor, lleno de inteligencia, poesía y profunda comprensión -y conocimiento- de la condición humana que le permite abordar la creación de unas comedias insuperables, llenas de aristas; como la que nos ocupa.

Y quién mejor que el dramaturgo y director Ramón Paso para asumir el reto de montar de nuevo este clásico universal, en una versión -a partir de la traducción de Sandra Pedraz Decker- a la que ha impregnado, como no podía ser de otro modo, de su peculiar estilo desenfadado, juguetón e irreverente. No le vienen mal estas maneras a la onírica, fabulosa y no menos juguetona obra del dramaturgo inglés, que el talento de Paso ha convertido en un fresco e ingenioso vodevil, de corte fantástico y aires de sainete, acomodado al lenguaje, los guiños y las formas del siglo XXI.

Un colorido aroma de alocada e ingenua juventud se desprende de un montaje en el que reconocemos el acostumbrado minimalismo escenográfico de las piezas del autor y director madrileño, lo que permite en este caso al vestuario diseñado por Ángela Peirat, que expresa perfectamente la intemporal y lejana cercanía pretendida, cobrar un mayor protagonismo. Reconocibles son asimismo las melodías utilizadas por el director en los cambios de escena, de inequívoco sabor ochentero y urbano, los elementos de atrezo -móviles, patines- que el director incorpora a la acción y, sobre todo, ese lenguaje moderno, actual, cercano y distendido, que intercala en los solemnes y poéticos pasajes shakespearianos; en unos guiños que, sin perder el respeto al original, buscan en todo momento la conexión con el público.

Huelga sintetizar el argumento de pieza tan conocida; pero baste recordar que nos adentramos en una comedia de magia y enredo, centrada en los amores no correspondidos e intercambiados entre varias parejas, en la que conviven hadas, reyes, nobles y aldeanos, y en la que, entre burlas y veras, asistimos a un divertido juego metateatral -a los que tan aficionado era Shakespeare-. 

La compañía PasoAzorín sigue apostando por la producción de montajes ágiles y cercanos, con un lenguaje accesible que favorezca la comunicación con un público mayoritario que busca especialmente el esparcimiento; sin perder por ello unas adecuadas -y saludables- dosis de inteligente y libertaria incorrección, que asoman siempre en mayor o menor medida en las obras de Ramón Paso y en las versiones que afronta. Y lo hace respaldada por el trabajo de un equipo consolidado que le ha dado estabilidad y ha acompañado su trayectoria a lo largo de más de una década; especialmente un grupo de actrices que son la forma tangible y material de la voz de Ramón Paso, cuya obra -incluso estilo- resulta hoy inseparable de estas. 

Ana Azorín, Ángela Peirat e Inés Kerzan vuelven a dar vida con su acostumbrada pericia y solvencia al grueso de los personajes -no solo femeninos- de esta comedia, a las que se suma en esta ocasión una excelente Alba Moraga, integrada de forma sobresaliente en el conjunto; acompañadas de Jordi Millán -otro actor que ha crecido y madurado en la compañía, habitual en sus montajes-, Rafa Ramos y Pablo García-Prieto.

Estrenada el ya lejano 23 de octubre de 2023, en el Teatro Reina Victoria, Sueño de una noche de verano ha realizado un largo periplo de más de cinco meses, que concluirá -en principio- el próximo 29 de abril. Hasta entonces, aún hay tiempo de apreciar este singular acercamiento a la obra de Shakespeare desde la óptica y las maneras de Ramón Paso, un dramaturgo que ha sabido crear un estilo propio a partir de la autenticidad y la coherencia.

José Luis González Subías


Fotografías: Ramón Paso 

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