"Quiero mi camerino", una divertida y desenfadada comedia con muchas reivindicaciones y mucho humor, de Dany Visiedo


El pasado 23 de mayo acudimos a presenciar la que ha sido última representación, por el momento, en la pequeña y original sala Off Latina, de ¡Quiero mi camerino!, comedia que lleva tiempo haciendo reír a y pasar mucho más que un buen rato a quienes se han acercado a ver esta fresca, descarada y divertida pieza con la que Suerte Guapa Producciones se ha lanzado a la aventura de hacer y producir teatro. Esta valiente compañía murciano-alicantina trata de abrirse paso en el difícil e inestable mundo de la vida escénica, y lo hace apostando por los jóvenes talentos y artista emergentes, que son muchos, en este país. Elogiable intención que aplaudimos desde aquí, y a la que enviamos nuestro apoyo.

La elección de ¡Quiero mi camerino!, como obra con la que se lanza el proyecto, es en sí misma una declaración de intenciones. Original de Dany Visiedo, dramaturgo que en pocos años se ha convertido en todo un icono del movimiento LGTBI+, que ha llevado a sus creaciones (Maricas todas, Gay Over...), su actitud provocadora y desinhibida se acompaña en esta chispeante comedia de una abundante y saludable dosis de humor, aplicado a unos temas de calado más dramático de lo que las plumas y el colorido rosa pueden aparentemente mostrar: el problema de la vivienda en Madrid; la dificultad de quienes tratan de hacerse un hueco entre los cientos y cientos de actores, cantantes, bailarines, directores, escenógrafos, dramaturgos, etcétera, etcétera, que año tras año nacen a un mercado laboral necesariamente reducido e insuficiente para todos; el abuso de los caseros, la visibilidad de las discapacidades, la identidad sexual... Un fiel reflejo -retratado en clave de farsa costumbrista, con tintes paródicos- de una realidad social inequívocamente contemporánea, focalizada en un grupo humano con el que que las gentes del teatro -que conforman buena parte también del público que lo consume- se sentirán muy identificadas.

Santiago Molina
, director del montaje, ha sabido leer y hacer visible el color, el ritmo y el desenfado presente ya en la historia de Visiedo. Con una elemental escenografía y atrezo -algo consustancial a este tipo de producciones-, dando al vestuario -nada desdeñable, y muy efectivo- un peso importante, el principal interés de la pieza recae en el excelente trabajo de los actores, que seducen al público apoyados tanto en la valía de un texto nada desdeñable, muy ingenioso, consistente, divertido y bien construido, como en una dirección que sabe extraer a este todo tu potencial, y en su propio talento y dotes personales como intérpretes. En la función que tuvimos la fortuna de ver, los artífices de nuestro entretenimiento fueron Verónica Marte (Juana), Ester Bolívar (Lucía), Nacho Escudero-Muñoz (Moro) y Gemma Campos (Flora).

Todo un acierto esa canción y baile con que finaliza el espectáculo, cuyo pegadizo estribillo podría convertirse con total facilidad en un himno para los artistas emergentes. Excelente tema.

Una magnífica propuesta teatral, en definitiva, que cumple con creces su intención y merecería tener un amplio recorrido en la cartelera. Esperamos encontrarla de nuevo pronto en Madrid. Hasta entonces, le deseamos una exitosa estancia en cualquier lugar donde recale este ¡Quiero mi camerino!, que nos dejó muy buenas sensaciones y estamos seguros hará reír -incluso reflexionar, como pretenden sus creadores- a todos cuantos se acerquen a verla. Al fin y al cabo, ¿quién no quiere su camerino?

José Luis González Subías


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