Un espectacular viaje a los orígenes del capitalismo español y al siglo XIX, entre borbones y ferrocarriles


Un espectacular y muy inteligente recorrido a través de la historia del siglo XIX, con el telón de fondo del nacimiento del capitalismo en España junto el de sus líneas férreas, y el punto de mira dirigido hacia una institución monárquica muy presente en los acontecimientos, es lo que se ofrece en Breve historia del ferrocarril español, obra de Joan Yago (Barcelona, 1987) que en octubre de 2022 se estrenó en la Sala de la Princesa del María Guerrero con notable éxito; lugar en el que ahora ha vuelto a presentarse para darnos la oportunidad, a quienes entonces no pudimos disfrutarla, de conocer el trabajo de un dramaturgo de la nueva hornada, ya hecho, que se encuentra en un momento de plenitud artística y cuyas maneras apuntan a un futuro -ya presente- más que prometedor.

Excelente nos pareció la panorámica histórica ofrecida por el autor, de un siglo XIX al que tanto debemos, en muchos aspectos, y con el que todavía hoy es posible establecer correlatos y analogías. Numerosos personajes del mundo político y literario de la época, de las finanzas, de la alta burguesía y la nobleza de aquel tiempo -también de la Iglesia-, todos ellos tan relacionados entonces -cabría decir ahora, si eliminamos la literatura de la ecuación-, pululan por el simpático y desenfadado universo creado por el autor, tomando como eje central de esta vorágine de personajes y sucesos históricos, bastante convulsos en su mayoría, las figuras centrales de la monarquía de aquel periodo, ambas femeninas: María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, reina consorte de España desde 1829, casada con Fernando VII, y posterior regente del reino tras la muerte de su esposo en 1833, en el marco de la primera guerra carlista; e Isabel II, hija de ambos, quien con solo trece años (1843) asumió las riendas de la nación, tras haberle sido reconocida por el parlamento la mayoría de edad. Guerras civiles, levantamientos y algaradas conviven con fiestas, corruptelas y excesos de todo tipo, que tienen como destacada protagonista a la joven reina Isabel, casada a los dieciséis años con su primo el infante Francisco Asís de Borbón; un matrimonio de conveniencia, pactado, que no hizo feliz a la mujer más poderosa de España, cuya ambición y licenciosa vida no tardó en ser objeto de escarnio y de crítica por parte de sus muchos oponentes y detractores; rechazo que culminó en 1868, con la revolución que la condujo al exilio en Francia, como años atrás había ocurrido con su madre.

Beatriz Jaén
ha adaptado y dirigido el texto, en un montaje brillante que ha sabido captar el espíritu burlón y farsesco de la obra, cuyo expresionismo adquiere ribetes claramente esperpénticos que nos trasladan al universo valleinclanesco, en una suerte de Ruedo Ibérico con la Farsa y licencia de la reina castiza como referente anecdótico de un tablado de marionetas que llega a nuestros días y deja a los borbones en pelotas. Los guiños y la doble intención son permanentes en un espectáculo no sabríamos decir si políticamente correcto o incorrecto -depende del cristal con que se mire-, pero sin duda provocador y cargado de intención, donde las burlas se mezclan con las veras en un permanente juego distendido y dicharachero que sabe bien dónde apunta.

Desde el punto de vista teatral todo es perfecto en un montaje sin duda original, llevo de vida, fuerza y dinamismo, con un ritmo envidiable, en el que mucho tiene que ver, junto con la impecable dirección de Beatriz Jaén, el extraordinario trabajo del equipo artístico que la acompaña; comenzando por la ecléctica y funcional escenografía diseñada por Pablo Menor Palomo, que mantiene como fondo permanente, apenas oculto por unos paneles móviles de gran versatilidad, el interior de un elegante vagón de tren, cuyo color rojizo es potenciado oportunamente por la iluminación de Enrique Chueca; siguiendo por el original y divertido vestuario de Leonora Lax, la videoscena de Elvira Ruiz Zurita o el espacio sonoro de Pepe Alacid.

Pero permítasenos destacar, dando coherencia, sentido y vida al espectáculo, el excelente trabajo de las dos actrices que lo protagonizan. Paloma Córdoba y Esther Isla, desde el juego metaficcional a que las somete el autor, se desdoblan permanentemente en múltiples personajes que alternan su otredad escénica con la mismidad de quien los interpreta, convertidos a su vez en personajes del divertimento teatral. Dueñas absolutas del escenario, con una envidiable soltura y dominio técnico, despliegan desde el inicio mismo de la acción un extraordinario talento escénico que atrapa y seduce al público, quien las acompaña gozoso en su recorrido farsesco. Brillantes ambas, Isla, cuyas dotes interpretativas hemos destacado ya en anteriores "bambalinas", nos pareció en esta ocasión simplemente perfecta; se trata de una de esas actrices que uno no se cansa de ver y escuchar sobre el escenario.

Sobran ya elogios sobre el papel (léase pantalla); me permito recomendarles encarecidamente este espectáculo, que a buen seguro no defraudará al amante del buen teatro. Esta Breve historia del ferrocarril español de Joan Yago, con dirección de Beatriz Jaén, permanecerá en la Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero hasta el 26 de mayo. Si no la han visto aún, no dejen de hacerlo; estas simpáticas reinas les enamorarán.

José Luis González Subías


Fotografías: Luz Soria

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