Ana Viguera y Felipe Andrés nos deleitan con unas "Noches de amor efímero", de Paloma Pedrero, dirigidas por Luis Flor


Excelente velada teatral la vivida ayer en los Teatros Luchana, donde los actores Ana Viguera y Felipe Andrés nos deleitaron con la representación de Noches de amor efímero, una encantadora comedia -en realidad un collage- de Paloma Pedrero formada por cuatro piezas breves, cada una de las cuales desarrolla diferentes situaciones entre un hombre y una mujer, donde la comicidad convive con la ternura, la sencillez y la comprensión de la condición humana, desde un realismo de corte costumbrista y ribetes de farsa jocosa, sin ápice alguno de mordacidad o inquina.

Cuatro deliciosas farsas, donde el ingenio y el talento de una de las más destacadas dramaturgas españolas de los últimos cuarenta años se muestra con la naturalidad de quien sabe manejar los hilos de una trama,  construir personajes y emplear la palabra como un mecanismo de expresión y comunicación entre los personajes; y de conexión con el público, que se ve retratado y se reconoce en ellos. La vecina que confiesa un desliz, desde la más aséptica profesionalidad y el respeto, en una inocente sesión de masaje; la frustración de una esposa insatisfecha, despechada y sola frente a la insensibilidad de un marido absorto en su trabajo y obsesionado por el fútbol; la disparatada transformación de un hombre, al que la ciencia le ha salvado la vida con el trasplante del corazón de un adolescente de quince años que en realidad se ha apoderado de la suya; o el fortuito encuentro entre dos desconocidos, cuyas alejadas vidas se encuentran en una dramática situación que termina uniendo sus corazones.

Porque de corazones y latidos que buscan el encuentro, y sentir al unísono, es de lo que tratan estas Noches de amor efímero donde la fragilidad humana nos muestra sus rostro más amable y solidario, enseñándonos que esa misma debilidad compartida, esos muchos pequeños -o no tan pequeños- defectos e imperfecciones de nuestra realidad, y de nuestras variopintas personalidades, es lo que nos hace más parecidos y también más especiales y fuertes. Una loa, por tanto, al género humano y a lo que somos, a esas pequeñas grandes vidas del común de los mortales, es lo que Paloma Pedrero hace en estas sencillas e inocuas creaciones llenas de intención. De ahí que el espectador salga reconfortado del teatro al revivirlas, con una sonrisa esperanzada y satisfecha.

Satisfacción aún mayor si estas historias, hábilmente trasladadas al escenario por Luis Flor, han sido recreadas con el acierto y la frescura de Ana Viguera y Felipe Andrés, dos experimentados actores que saben lo que hacen y aportan al texto sus respectivas personalidades, enriqueciéndolo con su buen hacer interpretativo. Un trabajo de altura, excelentemente dirigido, que sin necesidad de complejidades escenográficas -sí un extraordinario sentido de la puesta en escena-, con un muy bien elegido atrezo y un excelente uso de la iluminación (a cargo de Álex Espeso) y el sonido (responsabilidad, junto con el diseño del espacio escénico, del propio Luis Flor), así como un adecuado vestuario (Manuela Santos), consigue un resultado sobresaliente, digno de ser disfrutado en cualquier espacio teatral.

Y eso es lo que aconsejamos desde aquí a quienes deseen pasar una distendida y satisfactoria tarde-noche de teatro, que acudan a disfrutar de estas Noches de amor efímero en los Teatros Luchana, donde seguirán representándose todos los viernes durante los meses de julio y agosto. Una apuesta segura entre la variada oferta estival madrileña.

José Luis González Subías


Fotografías: Susana Martín

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