"Cigarreras", una excelente adaptación teatral de "La Tribuna", de Emilia Pardo Bazán, en el Teatro Fernán Gómez


Cigarreras, la obra con la que el 19 de septiembre se inauguró la temporada teatral en el Teatro Fernán Gómez, se ha convertido en uno de los acontecimientos teatrales de este otoño en Madrid. Un perfecto ejemplo de lo que es una buena adaptación teatral de una novela.

Manteniendo y utilizando como mecanismo escénico la creación de un marco narrativo que introduce en la historia, como personaje y narrador, a la propia Emilia Pardo Bazán, el creador de esta original versión dramática de La Tribuna (1883), Cándido Pazó, toma esta importante novela de la célebre escritora gallega para escribir un texto escénico de singular fuerza dramática, lleno de aciertos escénicos, a los que contribuye no poco la muy inteligente y efectiva dirección del montaje, a cargo del propio Pazó.

La acción nos sitúa a finales del siglo XIX, en un contexto de revueltas y luchas sociales en el que se fragua el movimiento obrero a la par que amanece una incipiente conciencia feminista, que cobrará fuerza en la figura de las cigarreras que inundan las fábricas de aquella Galicia ancestral donde reina el caciquismo y una arraigada diferencia de clases. En este marco histórico, que dota a la obra de Bazán de un marcado componente social, apropiado para verter en ella la perspectiva literaria de un movimiento naturalista triunfante en Francia y que la autora trataba de aclimatar en España, la condesa de Pardo Bazán escribe a su vez la historia de una joven y bella cigarrera, seducida por un señorito que la abandona después de haberla dejado encinta. De este modo, la emotiva y romántica tragedia de Amparo transcurre paralela a la historia colectiva de las cigarreras, de cuya voz se erigirá en defensora y a quienes conducirá a una poderosa huelga en la que por primera vez sus derechos serán atendidos.  

Cándido Pazó
ha llevado la novela a su síntesis dramática, reproduciendo con maestría la personalidad de los diferentes personajes que protagonizan la historia -todos mujeres-, a través de unos diálogos impecables, así como los distintos espacios en los que suceden los hechos. En su mayoría, la fábrica de cigarros, perfectamente recreada en los muros, columnas y peldaños que rodean la escena, en una excelente escenografía diseñada por Dani Trillo; pero también otros espacios, alzados en la mente del público sin necesidad de decoración añadida alguna, más allá de una adecuada iluminación (Alfonso Castro). Contribuye a la creación de un ambiente de corte indudablemente realista -todo en la obra lo es-, el apropiado vestuario diseñado por Martina Cambeiro.

Como director, Pazó ha realizado un trabajo redondo, dando a la pieza un ritmo envidiable, sin pausa o corte alguno, manteniendo la atención y el interés en todo momento, y dosificando una creciente emotividad que culmina en un climático y apoteósico final, de alcance épico, que impacta en la retina -bellísima imagen de las mujeres cantando al unísono, en línea, frente al público- y en los oídos, donde sigue resonando de manera insistente, tras acabar la función, ese bello y magnético himno musical que nos erizó el cabello; obra de Manuel Riveiro, responsable asimismo de la ambientación sonora del montaje, que por momentos remite a la comedia musical y ofrece algunas escenas con claros ribetes cinematográficos.

Un gran montaje traído desde Galicia, a partir de uno de sus escritores -en este caso, escritora- más recordados y emblemáticos, creado y dirigido por quien hoy es una de las más destacadas figuras de la escena gallega, Cándido Pazó, e interpretado por ocho actrices también gallegas que realizan un trabajo brillante, en conjunto y por separado: Susana Dans, María Roja -en la función de ayer-, Isabel Naveira, Ledicia Sola, Mercedes Castro, Covadonga Berdiñas, Ana Santos Casilda G. Alfaro. Permítasenos, en cualquier caso, elogiar -sin menoscabo alguno de las restantes- la sobria y excelente interpretación de Susana Dans, dando vida a Emilia Pardo Bazán, y a María Roja en el papel de una Amparo que tuvo momentos de alta intensidad dramática; también la efectividad con que resuelve el director la ausencia de personajes masculinos en escena, haciendo leer a doña Emilia en su libro -en el que lee casi todo cuanto sucede en la obra- sus breves intervenciones.

Impactante y emotiva, llena de fuerza, verdad, ritmo escénico y, en definitiva, buen teatro, es esta Cigarreras que todavía podrá verse en la sala Guirau del Teatro Fernán Gómez hasta el próximo 26 de octubre. Una obra muy recomendable; no se la pierdan.

José Luis González Subías


Fotografías: Teatro Fernán Gómez

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