La CNTC presenta "El gran teatro del mundo", una arriesgada propuesta escénica, de brillantes resultados, dirigida por Lluís Homar


Apuesta arriesgada, pero importante y necesaria, y casi de obligado cumplimiento, iba siendo la puesta en escena de El gran teatro del mundo en el Teatro de la Comedia, uno de los textos quizá más logrados y representativos del auto sacramental español; género tan característico del pensamiento barroco como del autor que lo encumbró y al que dio su forma más perfecta, Calderón de la Barca.

Por primera vez nuestra Compañía Nacional de Teatro Clásico, a instancias de su actual director Lluís Homar, afronta el reto de montar esta importante pieza del repertorio calderoniano, en la que el mensaje espiritual del catolicismo llega con absoluta claridad y nitidez al público, con un lenguaje accesible, claro y actual -sin perder por ello la poeticidad de Calderón y la fuerza del elemento simbólico, en un texto donde todo es alegoría-, gracias a la brillante y efectiva adaptación dramatúrgica llevada a cabo por el propio Lluís Homar junto con Brenda Escobedo y Xavier Albertí.

Homar, director asimismo del montaje, acompañado de un equipo artístico sobresaliente con el que ha trabajado en otras ocasiones, plantea una puesta en escena ligada al juego y el espectáculo que en realidad surge de la propia obra. La vida, convertida en una representación, una ficción en la que el alma, encarnada en un personaje decidido por Dios, debe cumplir su papel obrando correctamente ("obrar bien, que Dios es Dios", es el mensaje que se repite a modo de leitmotiv, por la Ley de Gracia), es así llevada a un plano ficcional, en el que todo cuanto sucede en escena, de alcance sin duda trascendente, sirve para explicar, en un juego de planos donde todo es "teatro", el contenido espiritual de la pieza.

La escenografía de Elisa Sanz deja total amplitud al escenario, que queda rodeado de unas ampulosas formas murales -elevadas paredes de aséptico color gris plateado-, dentro de las cuales los personajes se mueven, en una medida evolución coral, en un acompasado y medido movimiento escénico (a cargo de Pau Aran). El magnífico vestuario diseñado por Deborah Macías nos remite a diferentes planos de "realidad", combinando el atuendo realista de los personajes antes de iniciar el juego con el blanco etéreo que predomina a lo largo de la representación y el colorido atuendo del Autor, propio del director de pista de un mundo circense en el que parece haberse inspirado Homar en su montaje. Impresionante ese arranque con el Autor como maestro de ceremonias de la función y la posterior intervención del Mundo, antes de que comience "el gran teatro", en el que la iluminación de Pedro Yagüe, digna de premio, ofrece una introducción espectacular al juego que va a iniciarse.

Once son los intérpretes de esta extraordinaria producción -entre los que incluimos el impecable trabajo del percusionista Pablo Sánchez-, cuyo trabajo se halla a la altura de la calidad artística del conjunto. Excelente todo el reparto, formado por Clara Altarriba (Pobre), Pablo Chaves (Rico), Malena Casado (Niño), Antonio Comas (Autor), Carlota Gaviño (Mundo), Pilar Gómez (Labrador), Yolanda de la Hoz (Hermosura), Jorge Merino (Rey), Aisa Pérez (Discreción) y Chupi Llorente (Ley de Gracia). Permítasenos destacar, sin menoscabo de los restantes, la elegante interpretación de Antonio Comas en su importante papel de Autor-Dios, así como las impactantes intervenciones líricas del actor en algunos bellos momentos del espectáculo.

Un magnífico montaje, para concluir, digno de la compañía de donde nace, con un mensaje poco habitual en nuestros escenarios, es lo que se ofrece El gran teatro del mundo, que desde el 2 de octubre se representa en el Teatro de la Comedia. Una cita inexcusable para todo amante del buen teatro, a la que se podrá acudir hasta el 24 de noviembre. No se lo pierdan.

José Luis González Subías


Fotografías: Sergio Parra

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