"Recuerdos colaterales", una creación de Javier del Barrio, vuelve a El Umbral de Primavera


Ayer acudimos a El Umbral de Primavera para ver Recuerdos colaterales, una obra de nueva factura, escrita y dirigida por Javier del Barrio, que, estrenada ya en 2023, ha vuelto a presentarse de nuevo en esta sala madrileña durante los días 14 y 21 de diciembre. Con la asesoría de Los Números Imaginarios, es esta la primera producción de la joven y recién creada compañía La Variante, fundada por el mismo Javier del Barrio junto a Daniel Sorolla y Alex Perestroyka, actor y actriz que interpretan la obra y el montaje que hoy nos ocupa. 

La historia que se nos presenta en escena es una reflexión dramatizada sobre la dimensión del tiempo asociado a la memoria, y la imposibilidad de alterar el pasado para modificar un futuro que parece llegar siempre a un mismo presente. Dudas sobre la eternidad y el concepto mismo de la existencia surgen en una historia de amor y pérdida que juega con teorías de la física cuántica y la neurociencia, muchas veces vistas en la gran pantalla con excelentes resultados, las cuales, llevadas al escenario, llegan a convertirse en un mecanismo escénico algo confuso que puede llevar al desinterés. Difícil tarea la de encontrar el equilibrio entre la profundidad del tema planteado y el medio artístico elegido para hacerlo -en eso reside el arte del dramaturgo-; y el teatro es una disciplina cuyos códigos hablan por sí solos y están muy claros desde hace siglos. No hay más que conocer la historia de la escena y su relación con el público.

Es posible que eso que llamamos "público" de un modo genérico -en realidad hay muchos públicos- haya cambiado en este siglo; del mismo modo que la sociedad cambia permanentemente -en ocasiones de forma vertiginosa, otras de manera pausada o imperceptible-, es lógico e inevitable que con ella avancen o se modifiquen los lenguajes artísticos; pero de lo que no me cabe la menor duda es que muchos de los espectáculos de la nueva dramaturgia no pueden llegar a ese gran público que ha permitido al teatro mantenerse vivo durante siglos, y todavía sigue haciéndolo. Quien les habla, cultivado en un siglo XX cada vez más lejano, no consigue emocionarse -ni siquiera intelectualmente- con la mayoría de las propuestas escénicas de lo que podríamos llamar "nuevo teatro español", cuyos códigos se hallan muy lejos de nuestra forma -la mía- de entender y sentir el lenguaje teatral. ¿Quiere eso decir que lo que vemos hoy en escena es malo? No me atrevería a afirmar tal cosa. Sí que los códigos de este teatro y sus referentes están dirigidos a un público muy específico, de este tiempo -recurriendo al tema principal de la obra-; un público joven cuya memoria no es la de muchos de nosotros, que venimos de otro tiempo.

Más allá de esta reflexión, el trabajo que vimos ayer sobre el escenario tiene muchos valores que hay que destacar; desde el propio texto, cuyo interés invita a leer las interesantes reflexiones vertidas en él, al buen trabajo actoral realizado por quienes constituyen los dos grandes protagonistas del espectáculo: Daniel Sorolla y Alex Perestroyka. Destacable es asimismo el adecuado uso de la iluminación (Diego Pardo) y el sonido (Leticia Sánchez), que aportan toda la ambientación espacial al conjunto, con buen resultado.

Esperamos que estas palabras sean solo un motivo de reflexión para quien las lea, y quizá sirvan para ampliar la perspectiva de una creación que, como hemos dicho, tiene muchos valores escénicos y parte de un texto de singular calidad. Permítasenos en cualquier caso, para concluir, deslizar una última opinión por si sirve de algo: la idea de extender la representación más allá de la representación misma ya se ha hecho, no es nada nuevo, y en muy contadas ocasiones es un recurso necesario. No es este el caso. Sobra y no aporta nada.

Dicho los cual, damos la bienvenida y deseamos larga vida a La Variante, que, estamos convencidos, tiene un largo camino por recorrer como compañía y mucho que aportar a las artes escénicas.

José Luis González Subías


Fotografías: Mario Ballesteros

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