"Testigo de cargo", la célebre obra de Agatha Christie, llega al Teatro Fernán Gómez en una excelente adaptación de Roberto Santiago dirigida por Fernando Bernúes


Testigo de cargo, la célebre obra de Agatha Christie, publicada inicialmente como breve relato policiaco y transformada por la propia autora en pieza teatral, alcanzó la fama gracias a la versión cinematográfica dirigida por Billy Wilder en 1957, cuyas imágenes han quedado inmortalizadas en nuestra memoria, asociadas a un elenco interpretativo de lujo.

El brillante trabajo de recuperación de textos clásicos -más allá del teatro áureo- llevado a cabo por Juan Carlos Pérez de la Fuente, desde que asumió la dirección del Teatro Fernán Gómez, está dando sus frutos; y este Testigo de cargo, una nueva adaptación teatral de la obra a cargo de Roberto Santiago, es buena muestra de ello. Con una inteligente dirección de Fernando Bernués, cuya habilidosa mano monta el texto sin interrumpir ni distraer una acción basada esencialmente en la palabra y en la intriga de un enredo escénico de impecable construcción, el montaje de esta obra cede el protagonismo al eficiente elenco actoral encargado de su interpretación.

Responsable asimismo del espacio escénico, Bernués opta por un montaje minimalista, despojando al escenario de cualquier atrezo realista -sin perder por ello la pieza y la escena su marcado realismo- y construyendo los espacios y ambientes únicamente con el vestuario diseñado por Elda Noriega, el espacio sonoro recreado por Orestes Gas y el muy acertado empleo de un diseño audiovisual proyectado permanente sobre el fondo de la escena, en forma de dibujos, obra de David González.

Causa cierto rubor recordar someramente el argumento de obra tan conocida, pero asumiendo las lagunas de la memoria y que quizá no lo sea tanto para las nuevas generaciones, no estará de más explicar que nos hallamos ante un thriller dramático, de tema judicial, que surge a partir del asesinato de una anciana y la acusación que pesa sobre un hombre más joven, Leonard Vole (Bruno Ciordia), con el que mantenía una anómala relación amistosa y a quien ha dejado una cuantiosa fortuna en su testamento. Habiéndose hecho cargo del caso el muy prestigioso abogado sir Wilfrid Roberts (Fernando Guillén Cuervo), este se complica con el testimonio incriminatorio hacia su marido por parte de Romaine (Isabelle Stoffel), quien se descubre ha ocultado a este su matrimonio previo en Alemania y, por tanto, la nulidad de su enlace. Cuando todo parece perdido para Vole, unas cartas entregadas a la defensa por una desconocida mujer dan un giro sorprendente a la trama, que renunciamos a seguir desgranando con la intención de que sea el lector quien lo descubra acudiendo al teatro.

Solo nos resta elogiar el extraordinario trabajo llevado a cabo por los ocho actores que conforman el reparto. Excelente duelo interpretativo entre Fernando Guillén Cuervo y Markos Marín, en su calidad de abogado defensor y fiscal acusador de un Bruno Ciordia que borda su papel de Leonard Vole; y brillante trabajo el de Isabelle Stoffel, como la misteriosa e inquietante esposa de este. Muy solventes son asimismo, en sus diferentes personajes, Adolfo Fernández, María Zabala, José Cameán y Nerea Mazo.

Es, en definitiva, esta nueva adaptación teatral de Testigo de cargo, que, estrenada el 19 de diciembre, permanecerá en la sala Guirau del Teatro Fernán Gómez hasta el 26 de enero, una magnífica elección para los amantes del teatro que deseen iniciar el año disfrutando de este. Una obra de excelente factura. Merece la pena.

José Luis González Subías


Fotografías: Javier Naval

Comentarios

  1. Wilfredo A. Ramos5 de enero de 2025, 12:06

    Como extraño este tipo de texto sobre los escenarios miamenses …

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  2. Afortunadamente por aquí podemos elegir aún entre una amplia cartelera teatral, en la que no es extraño encontrar este tipo de piezas. Juan Carlos Pérez de la Fuente, al frente del Teatro Fernán Gómez, está realizando un gran trabajo en esta línea de recuperación de textos clásicos (más allá del barroco).

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