"Orestíada", la trilogía clásica de Esquilo, se estrena en el Teatro de La Abadía, en una magnífica versión de Karina Garantivá dirigida por Ernesto Caballero


Dirigida por Ernesto Caballero, se presentó ayer en la Sala Juan de la Cruz del Teatro de La Abadía, Orestíada; una nueva versión de este clásico de Esquilo, escrita por Karina Garantivá (Esa inmigrante), cuya trágica historia sigue seduciendo y atrayendo a los creadores y espectadores después de casi dos mil quinientos años.

La autora colombiana ha sabido condensar el espíritu y la trama de la trilogía esquiliana en una obra fluida, llena de intensidad y sentido, que actualiza este clásico de la dramaturgia griega con un lenguaje y unas formas de absoluta modernidad. Una actualización en la que tiene un destacado papel el montaje planteado por Ernesto Caballero, quien ha aportado a la puesta en escena un color, una atmósfera, unos matices sensoriales de carácter visual y auditivo -la música y el tratamiento de la luz y el color, o su ausencia, son fundamentales-, y un ritmo de suma efectividad, capaces de mantener el interés y una constante tensión por cuanto se desarrolla ante los ojos y oídos del público; convertido a su vez en parte del espectáculo, como tribunal que debe decidir sobre los acontecimientos criminales que se juzgan en el último acto o parte de la historia.

La claridad del texto escrito por Garantivá permite seguir con relativa facilidad -aun no conociendo esta previamente- la historia del recién llegado rey Agamenón a su patria, tras diez años de ausencia como consecuencia de la guerra, para encontrar la muerte a manos de su esposa Clitemnestra, amancebada ahora con Egisto y quien desea vengar la muerte de su hija Ifigenia, sacrificada en su momento por el rey para poder partir con sus naves hacia Troya. El público asiste después a la venganza de Electra, que empuja a su hermano Orestes a acabar con la vida de Egisto y la de su madre; y participa más tarde del juicio público celebrado contra el matricida, ante los atenienses, con la presencia de Apolo y las Furias, donde la diosa Atenea lo encontrará inocente. Es este el momento más importante de una obra encaminada a cuestionar un juicio -extensible a tantos otros- marcado por una imparcialidad más que dudosa, dado que los fundamentos del enjuiciamiento están condicionados por unos planteamientos, una tradición y unos mitos serviles con un poder de sesgo inequívocamente heteropatriarcal. Es aquí donde la obra eleva su mensaje y alcanza un tono más panfletario; aunque sin perder un intento de equilibrio, manifestado en la muy interesante disputa entre el abogado defensor de Orestes y una persona anónima que eleva su voz en contra del propio sistema, desde una beligerante actitud que contrasta con la comedida templanza del letrado, en un magistral duelo interpretativo protagonizado por Marta Poveda y Gabriel Garbisu. Las acusaciones y las preguntas se extienden al dictamen interior de un público al que se invita a reflexionar sobre lo sucedido y sobre el modo en que nos lo han contado.

Es este, desde el punto de vista de su contenido y de su planteamiento mismo como obra teatral, uno de los grandes aciertos de esta nueva Orestíada; un texto que lanza acusaciones, formula preguntas e invita a la reflexión. Como lo es el extraordinario trabajo del equipo artístico que interviene en el montaje; del que nos gustaría destacar la composición sonora y musical de Bastian Iglesias, quien participa en directo en escena acompañando el latido y el sentir de la historia y de los personajes, convirtiéndose en parte esencial del espectáculo; del mismo modo que el trabajo de iluminación -construido sobre la base del oscuro- llevado a cabo por Samuel Silva. Y como elemento imprescindible y sustancial que da forma y sentido a todo, la voz, el cuerpo y la interpretación de los cinco brillantes actores que componen el reparto: Marta Poveda, Gabriel Garbisu, Olivia Baglivi, Nicolás Illoro y Alberto Fonseca.

Un teatro serio, profundo y de calidad es lo que se ofrece en esta versión actualizada de la Orestíada de Esquilo, a cargo de Karina Garantivá (Esa inmigrante), bajo la dirección de Ernesto Caballero, que se mantendrá en la Sala Juan de la Cruz del Teatro de La Abadía hasta el 4 de mayo. Una de las obras, de esta fructífera temporada, que conviene  no perderse.

José Luis González Subías


Fotografías: Lorena Riga

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