Cuando el arte y la vida se confunden surge la belleza: "Orlando", de Virginia Woolf, en un espectacular y bellísimo montaje dirigido por Marta Pazos
Absoluto deleite para los sentidos y el intelecto... Un baño de refinamiento estético y elegancia nos ofrece la maravillosa adaptación dramática del Orlando de Virginia Woolf, que desde el 25 de abril se ofrece en el Teatro María Guerrero. Una prodigiosa producción del Centro Dramático Nacional, que ha sabido mostrarse a la altura de lo que se espera de la más alta institución de las artes escénicas en España. Y lo ha hecho, poniendo en manos de la polivalente artista gallega Marta Pazos, el montaje de esta brillante adaptación, cuya dramaturgia ha corrido a cargo de Gabriel Calderón junto con la propia directora; a la que ha acompañado en la confección de este gran espectáculo, un equipo artístico insuperable y un reparto de intérpretes que hacen magia en escena.
La revolucionaria e iconoclasta novela de la escritora inglesa, publicada en 1928, se muestra a los ojos del público convertida en un espectáculo plástico, visual, luminoso y sonoro que afecta a los sentidos desde el primer momento, y sumerge al espectador en una imparable sucesión de estímulos marcados por el inconfundible don de la Belleza. Como es característico en sus montajes, Pazos hace un excepcional y llamativo uso del color (excelente trabajo de iluminación de Nuno Meira), inundando la escena de una permanente tonalidad verde que sirve de base simbólica y estética al mensaje que desea expresarse en la obra: en este caso, la fusión de la naturaleza y el amor como base de una vida plena y verdadera. Y sobre esa tonalidad jugarán otros colores y las formas -de un bello barroquismo estilizado y ribetes surrealistas-, que establecerán una permanente danza de luz y sonido (soberbio el espacio sonoro-musical a cargo de Hugo Torres), en la que el maravilloso vestuario diseñado por Agustín Pretonio cobra tanto protagonismo como el cuerpo de las actrices y actores, bellamente cincelado e integrado en el conjunto, o el gran trabajo de caracterización realizado por Johny Dean.
Blanca Añón ha diseñado asimismo una suntuosa escenografía que enmarca, entre espaciosas paredes de ambientación palaciega, con huecos y pasillos tras ellas que amplían la perspectiva, un gran espacio central capaz de transformarse, en el que se desarrolla la acción.
Y junto al insuperable equipo artístico de este inolvidable montaje, es preciso destacar el impecable y espectacular trabajo llevado a cabo por el elenco que protagoniza la representación; un total de once intérpretes (Nao Albert, Anna Climent, Alessandra García, Jorge Kent, Paula Losada, Laia Manzanares, Paco Ochoa, Mabel Olea -a cargo de la coreografía del espectáculo-, José Juan Rodríguez, Alberto Velasco, Abril Zamora) con distintas capacidades artísticas -pero con una sola voz-, entre los que se entremezcla la actuación actoral propiamente dicha con la expresión corporal, la danza, el contorsionismo... en un virtuoso ejercicio de coreografía corporal que marca la evolución del espectáculo. Pero también interpretativa. Junto a numerosas escenas silentes, donde lo visual y lo acústico lo impregnan todo, otras escenas dan paso a la palabra, que se manifiesta con toda su fuerza, poeticidad y esplendor literario. La profundidad y el interés de algunos pasajes animan a acercarse al texto de esta intensa obra, de revolucionaria y provocadora temática -todavía hoy-, cuya complejidad intelectual invita a su lectura.
Nada hemos dicho del contenido de esta interesantísima obra en la que Virginia Woolf traza un recorrido de varios siglos en torno a una misma figura, Orlando, cuya juventud y belleza se mantiene en el tiempo, y es capaz de experimentar las más vívidas e intensas vivencias y transformaciones, ligadas tanto al sexo como al amor; junto con la literatura, la verdadera inspiración de su vida. Dejemos al lector de estas líneas que se adentre por sí mismo en el universo de esta revolucionaria escritora inglesa, cuya modernidad de hace cien años contrasta, y constituye un ejemplo, frente a la retrógrada cerrazón con que parece avanzar este desconcertante siglo XXI.
No se pierdan esta excelente, original, avanzada y bellísima adaptación escénica de Orlando, dirigida por Marta Pazos, que se mantendrá en el Teatro María Guerrero hasta el 8 de junio. Será difícil que la olviden.
José Luis González Subías
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