Declan Donnellan revisita a Shakespeare en "Los dos hidalgos de Verona"


No hay duda de que la Compañía Nacional de Teatro Clásico estima a Shakespeare, y lo ha hecho tan suyo, tan nuestro, que en los últimos años este ha pasado a ser uno de los grandes clásicos españoles, a juzgar por el número de veces que las obras del vate inglés se han llevado al Teatro de la Comedia. A Hamlet (2016), Romeo y Julieta (2016), Sueño de una noche de verano (2020) y Antonio y Cleopatra (2021), se suma ahora Los dos hidalgos de Verona, una obra temprana -quizá la primera de su abultada producción- que conserva muchos de los ingredientes de las futuras y más conocidas comedias shakespearianas, y se halla no lejos de las convenciones temáticas y formales de las comedias españolas del teatro lopesco; tanto, que a veces uno se olvida de estar viendo a Shakespeare para creerse arrastrado por las fantasías de Lope, Moreto o Alarcón.

Declan Donnellan
, de quien ya comentamos en estas páginas un fabuloso montaje de La vida es sueño (2022) también producido por la CNTC y estrenado en el mismo escenario, se pone de nuevo al frente de este proyecto, para dirigirlo con la frescura, originalidad y riesgo que asumió ante la pieza calderoniana, y contando prácticamente con el mismo equipo artístico que lo acompañó en aquel proyecto: Nick Ormerod, como escenógrafo y diseñador del vestuario, además de adaptador de la dramaturgia junto con el propio Donnellan; Ganecha Gil, en la iluminación; Amaya Galeote, a cargo de la coreografía y el movimiento; y Josete Corral -quien fuera entonces ayudante de dirección-, encargado ahora de la traducción y asesoría de dramaturgia. A estos se suman Celeste Carrasco, como diseñadora de vídeo; Sandra Vicente y Kevin Dornan, en el diseño de sonido; y Marc Álvarez, a cargo de la música original de la pieza.

No muestra en esta ocasión el montaje que nos ocupa la espectacularidad ofrecida en aquella inolvidable versión del texto calderoniano. No por falta de oportunidad, pues la complejidad espacial de la obra de Shakespeare y la diversidad de situaciones ofrecidas en esta podrían haberse plasmado en un trabajo escenográfico de mayor brillantez; al igual que el vestuario, que ha querido traerse a la contemporaneidad y el realismo más absolutos, limitándose aquella a la utilización de un pequeño panel o muro situado en el centro del escenario, sobre el que se proyectan tanto algunas indicaciones textuales -título de la obra, ubicación de los actos, despedida- como el paisaje del bosque donde transcurren algunas de la escenas; dejando a la imaginación del público hacer el resto.

La trama de Los dos hidalgos de Verona nos lleva al característico universo italiano que tanto recreó el poeta inglés en sus comedias. Una historia entre Milán y Verona, en que la amistad de dos jóvenes caballeros de esta ciudad, Proteo (Alfredo Noval) y Valentín (Manuel Moya), se pone a prueba cuando el primero, movido por la pasión que enciende en él Silvia (Rebeca Matellán), hija del duque de Milán (Jorge Basanta), de quien Valentín está enamorado, antepone su arrebatado deseo al deber de la amistad y al amor sentido hasta entonces por Julia (Irene Serrano), quien ha marchado a la ciudad milanesa, disfrazada de hombre, para encontrar a su amado. El enredo, las disputas de amor, los monólogos encendidos y la comicidad, que propician especialmente las intervenciones de Goizalde Núñez como Lucetta -sirvienta de Julia- y Lanza -sirviente de Proteo-, están servidos en una pieza en la que, junto a forajidos de buen corazón, destierros, engaños, personajes torpes para el amor y trazas de figurón -Turio (Alberto Gómez Taboada)-, y un perro capaz de llenar varias escenas, todo confluirá en una resolución feliz donde el amor y la amistad triunfan -no hay espóiler en lo que se espera, siguiendo la convención del género-.

Declan Donnellan
ha tenido el acierto de elegir, como intérpretes de su fantasía escénica, un elenco actoral con el que ya había trabajado asimismo, casi al completo, en el mencionado montaje de La vida es sueño, con excelentes resultados. Prince Ezeanym, Rebeca Matellán, Manuel Moya, Alfredo Noval, Goizalde Núñez, Antonio Prieto e Irene Serrano repiten fortuna en esta nueva experiencia; a los que se suman dos actores de enorme calidad: Jorge Basanta y Alberto Gómez Taboada. Un elenco de lujo que nos ofreció en conjunto una actuación excepcional y, particularmente, momentos brillantes protagonizados por Núñez, Noval, Basanta, Taboada, Serrano o Matellán.

Los dos hidalgos de Verona es un montaje inteligente, correctamente construido, original y con un punto de riesgo en su plasmación escénica que, como ya ocurriera en la tantas veces citada versión de La vida es sueño -salvando las distancias-, del mismo Donnellan, es probable que provoque algunas extrañezas y reparos en su recepción. De lo que no hay duda es que nos hallamos ante una puesta en escena sólida y de gran valor; un trabajo de calidad en el que la palabra y el arte de la interpretación brillan por sí solos y ofrecen momentos inolvidables, que a buen seguro satisfará las exigencias de la mayoría del público que acuda al Teatro de la Comedia para encontrarse con este Shakespeare revisitado por Declan Donnellan, que, estrenado el 10 de abril, permanecerá en cartel hasta el próximo 1 de junio.

José Luis González Subías


Fotografías: Javier Naval

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