Fermín Cabal regresa a los escenarios españoles con "¡Esta noche, gran velada!", en un excelente montaje de Pilar Valenciano


No es fácil ver hoy montada una obra de Fermín Cabal (León, 1948-Madrid, 2023) en los escenarios españoles. Quien fuera una de las voces más representativas de la dramaturgia española de las dos últimas décadas del siglo XX, y del cambio de siglo, como ha ocurrido con tantos otros autores coetáneos de este, figuras imprescindibles de nuestra historia teatral más cercana (todos tenemos nombres en la cabeza con los que podríamos formar un largo listado), comienza a fundirse en un progresivo olvido que resulta casi inevitable -y, con frecuencia, ferozmente fugaz-, arrollado por el rápido e implacable paso del tiempo.

Pocos recordarán ya aquel lejano estreno de 1983, en el Teatro Martín, donde ¡Esta noche, gran velada! se representó por primera vez, bajo la dirección de Manuel Collado y con un reparto de lujo; ni siquiera la versión televisada tres años más tarde. Lo cierto es que Pilar Valenciano, directora del nuevo montaje producido -con absoluto acierto- por el Teatro Español, ha sabido y querido recuperar el espíritu y la forma de un drama con sabor a época -la de los inicios de una nueva España que comenzaba a andar entonces-, cuyo tono y contenido resultan absolutamente alejados de las corrientes escénicas "propias" de nuestro tiempo. Y esta decisión estética, y dramatúrgica, resuena a música celestial en nuestros oídos. El exceso de testosterona que inunda el escenario de la sala Margarita Xirgu, a pesar de su densidad y una atmósfera de masculinidad a lo Clint Eastwood que resulta ya trasnochada, lo percibimos como una apuesta rebelde y liberadora, por contraste con las tendencias predominantes hoy en el teatro.

No hay duda de que Fermín Cabal es un dramaturgo de otro tiempo. Su concepción de la escena y de la construcción dramática se ajusta a unos parámetros formales de raigambre clásica y tradicional, en los que la palabra es el motor que sostiene una acción visible y trepidante; una trama claramente pergeñada en torno a un conflicto principal -junto a otros adyacentes, que de ningún modo perturban sino que lo enriquecen- conduce la acción hacia un desenlace liberador que completa y cierra la historia; y los personajes, bien construidos, y necesarias piezas de dicho conflicto, se atienen al principio de una verosimilitud que el realismo de las circunstancias, el lenguaje empleado por estos y el espacio en que se desarrollan los acontecimientos contribuyen a crear.

La excelente escenografía diseñada por Lua Quiroga Paúl -que evoca la del montaje de hace más de cuarenta años- responde a la estética del drama realista en que la obra de Cabal se inserta; al igual que el vestuario de Tania Tajadura, la iluminación de Rodrigo Ortega y el espacio musical y sonoro creado por Luis Miguel Cobo.

Todo transcurre en el vestuario donde Kid Peña (Francisco Ortiz), el pugilista que esa noche debe luchar por alzarse con el título europeo -el autor mantiene las unidades clásicas de tiempo y lugar-, decide abandonar y no combatir, como consecuencia tanto de un desengaño amoroso como de un acto de dignidad personal y rebeldía que preferimos no desarrollar para no desvelar los pormenores de la historia. Mucho hay en juego en torno a ese combate, y muchos los intereses dependientes de su realización y resultado. 

Junto a Francisco Ortiz, en el papel de Kid Peña (fuerte y frágil, sensible y honesto), completan el reparto Mario Alonso (Sony Soplillo, una suerte de gracioso clásico, simple y de buen corazón, que aporta el contrapunto cómico a la pieza), Daniel Ortiz (el masajista Marcel Esparza; experimentado, inteligente, fuerte y leal), Chema Ruiz (el implacable e interesado mánager Ángel Mateos, tras cuya máscara de cínico interés alienta un corazón noble), Marta Guerras (Marina Marín, la amante de Mateos, tan frívola y sensual como buena persona) y Jesús Calvo (Achúcarro, el personaje más negativo de la pieza; el "capo" de las apuestas, organizador de la pelea; capaz de cualquier cosa por conseguir su objetivo).

Hasta aquí este acercamiento a una obra que tienen la oportunidad aún de ver y conviene no perderse. ¡Esta noche, gran velada!, de Fermín Cabal, permanecerá en la Sala Margarita Xirgu del Teatro Español hasta el 25 de mayo. Uno de los montajes más interesantes de la presente temporada.

José Luis González Subías


Fotografías: Javier Naval

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