"El barbero de Picasso", una excelente comedia de Borja Ortiz de Gondra, dirigida con maestría por Chiqui Carabante
El barbero de Picasso, excelente título para una excelente obra de un dramaturgo con muchos más registros de los que su muy exitosa trilogía de Los Gondra pudiera hacer creer. No hay más que echar un vistazo a los dos volúmenes de su Teatro reunido publicado recientemente por Punto de Vista Editores, en los que se recoge un total de dieciséis textos, para darse cuenta de por qué Borja Ortiz de Gondra es hoy uno de los autores más reconocidos en el panorama teatral español. Bastaría acercarse a la Sala Margarita Xirgu del Teatro Español, donde el pasado 5 de junio se estrenó esta inteligente y magnífica comedia, para corroborar este aserto.
Ambientada en los años de exilio en Vallauris del pintor malagueño, la obra sitúa la acción en el interior de la barbería regentada por Eugenio Arias, otro exiliado español con el que Picasso llegaría a crear una estrecha amistad que perduraría en el tiempo. Este -interpretado por Antonio Molero en una actuación magistral-, el propio Picasso (Pepe Viyuela); Valdés (José Ramón Iglesias), representante del partido comunista, y Jacqueline Roque (Mar Calvo), la amada y musa del pintor, conforman el brillante reparto de la hilarante y humana historia imaginada por Ortiz de Gondra, a partir de la relación real mantenida entre un famosísimo Picasso, ya de avanzada edad, y este anónimo barbero de Buitrago del Lozoya, de origen, formación y vida, en principio, tan distinta, pero en el que aquel encontró -ambos lo hicieron- el refugio de la añoranza compartida y la camaradería de quien se sabe hermanado por unas costumbres y una lengua común, y los sentimientos de quien se halla desterrado en tierra extraña y alimenta la imagen de una patria que solo vive ya en su recuerdo.
Pero el autor de esta muy bien construida historia no carga en absoluto las tintas sobre las implicaciones dramáticas que la situación en que se encuentran los personajes podría propiciar, sino que, lejos de cualquier dramatismo, Borja Ortiz de Gondra acentúa los rasgos costumbristas de una pieza concebida como un juego liberador que busca el divertimento, aunque sin olvidar el telón de fondo en que se vive. Este contraste agridulce es uno más de los muchos atractivos con que cuenta una obra que hace asimismo de los contrastes uno de sus más logrados mecanismos de humor, permitiendo la aparición de sucesivos conflictos "domésticos" que imprimen ritmo e interés a la pieza sin que la sangre llegue nunca al río, y todos de feliz solución. La amistad, el amor y la camaradería se imponen por encima de todo.
El humor nace también de esa tópica visión de una España de porrón, peineta y toros, capaz de fundir la Internacional con un pasodoble, mantenida en el exilio -como seña de identidad- con más fuerza aún si cabe que en suelo patrio. Ese cúmulo de clichés, magníficamente engarzados por el autor, son explotados con singular acierto y maestría por Chiqui Carabante, quien ha sabido extraer a la obra todo su potencial, dirigiendo un montaje magnífico en sus múltiples detalles y en todos los aspectos; impecable en su ejecución, de un ritmo perfecto, nada sobra ni falta en él. Excelente la escenografía diseñada por Walter Arias, cuyo realismo es poetizado por unas muy sugerentes telas con los colores de la bandera francesa bordeando el espacio; al igual que el vestuario de Salvador Carabante.
Réstanos insistir, para completar y dar fin a nuestra reseña, en el extraordinario grupo de actores que componen el reparto, cuyo trabajo concreta y hace posible cuanto acabamos de señalar. La vis cómica de Pepe Viyuela se impone como uno de los grandes atractivos de este montaje; pero no le van a la zaga Antonio Molero, magnífico en sus múltiples matices interpretativos; Mar Calvo, que construye una excéntrica y divertidísima Jacqueline, puramente francesa; y José Ramón Iglesias, que quizá excede un poco la intensidad de sus intervenciones.
El barbero de Picasso es una gran comedia, que cierra de manera ejemplar la programación de la Sala Margarita Xirgu en la temporada que ahora acaba. Una de las obras más recomendables de la actual cartelera madrileña, que aconsejamos sin ningún género de dudas. Podrá verse hasta el 20 de julio. No se la pierdan.
José Luis González Subías
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