"Amor y otros algoritmos", una ingeniosa y divertida comedia en cuatro historias escrita y dirigida por Marta Onzain
A veces tiene uno la fortuna de sorprenderse y de descubrir nuevos rostros, nuevos nombres y nuevas propuestas sobre un escenario que le hacen estar más convencido aún -de lo que que ya estaba- del enorme talento y valía de los muchos actores, dramaturgos, directores y otros profesionales de la escena -vivan o no de ello- que pululan por los numerosos espacios teatrales de este país, con Madrid al frente.
Las cuatro salas que conforman los Teatros Luchana -a punto ya de cumplir diez años desde su inauguración en la céntrica calle de donde toman su nombre- son un excelente punto de encuentro y de paso para muchos de estos profesionales y artistas, cuyas creaciones encuentran un espacio más que apropiado para ser exhibidas. En ellas hemos disfrutado de voces y rostros conocidos, y descubierto otros que se han sumado a nuestro bagaje personal como espectadores, amantes y estudiosos del teatro. Así sucedió ayer, al acudir a ver Amor y otros algoritmos, una obra escrita y dirigida por Marta Onzain, que nos sedujo, divirtió e interesó desde el instante mismo en que los dos únicos personajes que protagonizan la primera de las cuatro historias interrelacionadas que la conforman inician el diálogo.
La naturalidad de los diferentes personajes que intervienen en ellas -siempre parejas, con la misma y única figura masculina presente en todas-, pero también la cercanía y el irónico distanciamiento de unas situaciones y unos diálogos que destilan parodia y una fina caricatura burlesca -elegantemente dibujada desde el lenguaje-, otorgan a Amores y otros algoritmos un tono y un estilo muy especiales, que, recordando a una comedia clásica ligada al cine y al lenguaje televisivo, tiene a su vez un cierto toque de stand up a dos, con cuarta pared por medio, y se distingue de ambas por su sentido unitario y, al mismo tiempo, la inmediatez y autonomía de cada una de las escenas propuestas.
La trayectoria de Marta Onzain como cineasta y guionista -un camino seguido por muchos importantes dramaturgos de nuestro tiempo- caminó pronto de forma paralela a la escritura y dirección de obras dramáticas de corta extensión. Ambas influencias son reconocibles en esta obra de mayor amplitud que, en buena medida, sigue apegada a la extensión y formato de un teatro breve que la autora está ya más que preparada para dejar atrás, si lo desea. En cualquier caso, la autonomía de las cuatro historias que componen el acariciante algoritmo amoroso creado por Onzain, válidas en sí mismas, cobra un nuevo sentido a medida que avanza la historia global que las enmarca, y percibimos cómo estas se engarzan en un plan inicial, perfectamente cohesionado, urdido por la autora y directora de un montaje y unos textos cuyo hilo conductor conduce a un final sorprendente, hábilmente trazado.
Muchas son las razones por las que esta obra nos ha cautivado, desde la calidad de un texto sumamente ingenioso a la inteligente disposición de una esencial escenografía -basada en un somero atrezo de dos sillas, una mesa, una estantería, un ordenador y unas flores- y una iluminación suficiente para ambientar las escenas, al igual que el vestuario; pero buena parte de la efectividad escénica de este espectáculo -como tantas otras veces- residió ayer en la fabulosa interpretación de los dos actores que protagonizaron la función: un Edu Rejón que dio vida a ese Eduardo Durex Sensitive que roza el amor en cuatro situaciones, con cuatro mujeres muy diferentes; y la actriz Ana Janer, que encarnó a todas ellas, transformándose camaleónicamente y mostrando una impresionante vis cómica junto con una arrolladora capacidad interpretativa. La química entre ambos y su excelente trabajo en escena fue un ingrediente añadido en un montaje que cuenta asimismo en el reparto con Rodrigo Antonucci y Elena Vallinas en otras funciones.
Amor y otros algoritmos, de Marta Orzain, en definitiva, es una obra más que recomendable, que podrá seguir viéndose en los Teatros Luchana, de momento, todos los domingos hasta el 31 de agosto, salvo el 3 del citado mes. Una elección segura para disfrutar de una agradable tarde de teatro.
José Luis González Subías
La obra me resultó bastante aburrida
ResponderEliminarPues a mí me pareció muy ingeniosa y divertida, mi anónimo amigo. Y la pareja de actores que trabajó ese día estuvo de diez. Los parámetros del aburrimiento y la diversión son insondables...
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