Andoni Ferreño y Agustín Bravo dan la talla como comediantes en "Se alquila", una comedia de Gonzalo Ferreño


Ha transcurrido un mes desde que La última bambalina visitara por última vez un teatro. El tiempo suficiente para dejar pasar un verano cada vez más tórrido y sofocante, y dedicarnos mientras tanto a otras tareas. Excesivo para quienes acostumbramos acudir a estos espacios atemporales, fieramente humanos, unas dos veces por semana. Ayer, por fin, acudimos a nuestra acostumbrada cita teatrera, para retomar el contacto con una actividad que en apenas unas días volverá a ser frenética; y lo hicimos en el Teatro Bellas Artes, donde, desde el 6 de agosto, se representa la comedia titulada Se alquila.

Obra de Gonzalo Ferreño (en una adaptación de Joan Femoll), hijo del popular actor y presentador Andoni Ferreño, esta divertida pieza cómica está escrita con destreza y absoluta corrección, tanto desde el punto de vista de la construcción dramática como del lenguaje empleado. Su estructura argumental es redonda y la acción respira con fluidez, manteniendo el interés por cuanto sucede en escena en todo momento. No quiere esto decir que lo que sucede sea trascendental para el público de la sala (sí para los personajes), sino que la relación entre estos y los permanentes guiños humorísticos que se producen en escena nos hacen permanecer despiertos y sonrientes en nuestras butacas; incluso dejar escapar alguna carcajada. Algo más que suficiente cuando de lo que se trata es de pasar un buen rato en el teatro (¿Acaso no es esa una de sus más dignas y prácticas funciones?). 

La acción se centra en la interacción entre dos personajes que acaban de conocerse cuando uno de ellos, Rafa (Agustín Bravo), llega a casa de Ander (Andoni Ferreño) con la intención de quedarse con la habitación que este alquila. La chocante y singular personalidad de ambos, y la no menos singular encuesta que Ander le hace pasar a Rafa para quedarse en su piso, son la armazón que sostiene la trama y la base sobre la que se construye una serie de disparatadas escenas y situaciones, insustancialmente humanas y cotidianas -dentro de su excepcionalidad-, llenas de vida, donde la verdad y el fingimiento se dan la mano en el desarrollo de una historia que conduce a un final sorprendente.

La puesta en escena, dirigida por el propio Andoni Ferreño, no pretende experimento ni sorpresa alguna, más allá de lo que la propia acción de la obra invite a realizar. Absolutamente ortodoxo en el uso de una escenografía "clásica", de corte costumbrista -diseñada por Alberto Ferreño-, propia del tradicional género a que pertenece, así como en el empleo de la iluminación (a cargo de Antonio Sebastián Peña) y de la música empleada en algunos momentos, el montaje pretende destacar, como principal y exclusivo atractivo del espectáculo, la actuación en escena de los populares Andoni Ferreño y Agustín Bravo; dos rostros que han formado parte de la vida de muchos de los asistentes ayer a la función, gracias a su aparición durante años en esa pequeña pantalla que hasta hace poco ha llenado -y sigue haciéndolo- la vida de muchos hogares. Es posible que, para algunos, esa excesiva popularidad televisiva despierte recelo y sea un "desdoro" que ponga en duda la calidad interpretativa de ambos actores. Prejuicio infundado, que solo puede nacer del desconocimiento -en ocasiones, también de la envidia- de su trabajo. Desde aquí, afirmo con rotundidad que Ferreño y Bravo son dos excelentes actores, que dominan las tablas y el espacio escénico como pocos; dueños de una voz privilegiada -instrumento imprescindible del actor-, que saben emplear con total corrección, y de una capacidad dramática que aplican -conscientemente- a un registro idóneo para este tipo de teatro, siempre al servicio del público y de su entretenimiento.

Se alquila es una excelente comedia, más que apropiada para pasar las tardes de este insufrible verano en esos maravillosos refugios climáticos que son, por estas fechas, los teatros de la capital. El Teatro Bellas Artes, sin duda alguna lo es. Como refugio es, para la distracción y el divertimento, esta obra de Gonzalo Ferreño que permanecerá en cartel hasta el 31 de agosto y, a buen seguro, les hará sonreír.

José Luis González Subías


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