"El dragón de oro", de Roland Schimmelpfennig, llega al Teatro de La Abadía en un original montaje de la compañía gallega Sarabela Teatro
Diferente, original, vanguardista y plagada de técnicas y recursos escénicos tradicionales se muestra a nuestros ojos El dragón de oro, el montaje de la obra del dramaturgo alemán Roland Schimmelpfennig, traducida por Albert Tola, con dramaturgia y dirección de Ánxeles Cuña, que desde el pasado 11 de septiembre se representa en la sala Juan de la Cruz del Teatro de La Abadía.
La veterana compañía gallega Sarabela Teatro nos ofrece un espectáculo ágil, sumamente expresivo, en el que los recursos significativos nacidos de la acción, el trabajo gestual, el movimiento y la voz se prodigan en un texto cargado a su vez de significado, bajo su, en apariencia, insustancial anécdota: el terrible dolor de muela de una emigrada china que trabaja a destajo, junto a otros compatriotas, en un restaurante asiático; la necesidad de quitársela allí mismo, dada su situación ilegal y su falta de dinero; y las consecuencias de esta sangrienta operación; mientras, de forma paralela, contemplamos la vida de otras personas que viven en el mismo edificio, y asistimos, incluso, a una teatralización de la fábula de la cigarra y la hormiga, de trágicas consecuencias, conectada a la trama principal por unas vías tan surrealistas como la deriva que toma la acción en muchos momentos.
El humor y la tragedia se entrecruzan en esta extravagante historia que aborda temas de absoluta actualidad, como la migración por motivos económicos o la explotación laboral y sexual; utilizando para ello una distanciada y artística vara donde los tempos se suceden con un ritmo envidiable. Magnífico trabajo de dirección por parte de la experimentada Ánxeles Cuña, acostumbrada al trabajo con los miembros de una compañía de la que ella misma forma parte y dirige desde su fundación, hace más de cuarenta años. Se percibe la química y la perfecta sincronización de un grupo de actores que respira -y hace respirar- al unísono durante los intensos setenta minutos que dura la función. Excelente asimismo la práctica escenografía planteada por Iris Blanco, también encargada de las sugerentes proyecciones de videoarte que acompañan la trama, al igual que la iluminación de Laura Iturralde y el vestuario de Ruth Díaz Pereira.
Los cinco actores que componen el reparto -Fina Calleja, Fernando Dacosta, Sabela Gago, Fernando González y Fran Lareu- hacen un trabajo extraordinario. Impecable su técnica y su dominio corporal y vocal, así como la sincronización de sus acciones, hábilmente dosificadas y orquestadas por la directora.
Es, en definitiva, este montaje un gran trabajo teatral, distinto, original, sorprendente, plagado de estímulos, insinuaciones y significados, que no puede dejar indiferente al espectador. El dragón de oro, de Roland Schimmelpfennig, permanecerá en el Teatro de La Abadía hasta el 28 de septiembre. Una excelente oportunidad para conocer el trabajo de este prestigioso dramaturgo alemán contemporáneo, y de la compañía gallega Sarabela Teatro. En ambos casos, la calidad está asegurada.
José Luis González Subías
Fotografías: Rubén Vilanova
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