Gustavo Adolfo Bécquer sube al escenario como personaje en "Más allá de esta vida", una historia creada y dirigida por Débora Izaguirre
Para un amante y estudioso del Romanticismo, como quien les habla, resulta esperanzador -con reservas- asistir a un espectáculo teatral centrado en la figura de Gustavo Adolfo Bécquer, icono de un movimiento cuya complejidad y matices lo convierte en un referente siempre presente y al mismo tiempo distante e inasible. Elogiamos la inclinación estética y el gusto de la autora del montaje que hoy nos ocupa, fascinada por un personaje -literario y humano- que despierta en nosotros una atracción semejante.
Débora Izaguirre ha pretendido con Más allá de esta vida, la obra que se representa en la sala Jardiel Poncela del Teatro Fernán Gómez desde el pasado 28 de octubre, de cuya dramaturgia y dirección es responsable, adentrarse en el universo del Romanticismo a través de un Bécquer mitificado convertido en protagonista de una historia personal, a caballo entre el dolor y el amor, entre la vida y la muerte, que nos mostrará al escritor en un agónico proceso de creación en mitad del cual surgirán dos de sus más conocidas leyendas: Los ojos verdes y El monte de las ánimas. Al mismo tiempo, en su discurso se insertan multitud de rimas, y fragmentos de su obra poética y prosística, que resultarán familiares a cualquier lector mínimamente avezado en la obra de Bécquer y serían de gran utilidad para acercar a su universo a quienes -quizá algún joven mal aleccionado o algún adulto desafortunado- no hayan tenido la oportunidad de conocerlo.
Utilizando la figura de un misterioso violinista (Álvaro Alvarado), guardián del misterio y portador de una historia proveniente de Más allá de esta vida, que servirá de marco argumental y será utilizado como hilo conductor de la trama, la autora dará a este violín la capacidad de ambientar las transiciones y diversas escenas, cuya atmósfera será creada asimismo por la escenografía y el vestuario diseñado por Ada Ventura, junto con la iluminación y los efectos audiovisuales a cargo de Julio Bao.
Fran Pineda encarnará a un Gustavo Adolfo Bécquer con tintes sevillanos, que se permitirá incluso en varios momentos soltarse cantando por aires andaluces. Su personaje, envuelto en la melancólica imagen de un poeta doliente y enfermo, refugiado en ensoñaciones amorosas y fantásticas alejadas de la realidad, recibirá la réplica de la mujer ficticia y real -también de algún demonio en forma femenina-, encarnada por Zuria Gómez.
El ritmo imprimido a la acción por su directora transcurre lento, con la intimidad de quien trata de revelarnos un secreto y hablarnos en un susurro. Las escenas se suceden buscando quizá llegar al momento más personal de toda la obra; aquel en que la fuerte y resignada Casta Esteban, tras enterrar a su esposo, decide salir al encuentro de la vida y la aventura, reclamando su espacio como mujer y persona en un mundo que le ha hecho vivir a la sombra del hombre. Este obligado mensaje feminista cierra una historia que será recibida -como es lógico- en virtud de los intereses, necesidades, conocimientos o sensibilidad del público, quien tiene siempre la última palabra y la que realmente vale en el teatro.
Por lo pronto, todavía están a tiempo de acercarse a esa imagen del Romanticismo y a quien fue uno de sus iconos en la poesía española, Gustavo Adolfo Bécquer, en este Más allá de esta vida, de Débora Izaguirre, que permanecerá en la Sala Jardiel Poncela del Teatro Fernán Gómez hasta el 16 de noviembre.
José Luis González Subías
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