La tragedia de Inés de Castro se sube a las tablas del Teatro de la Comedia, en un montaje de extraordinaria belleza plástica


Bien merecía la tragedia de doña Inés de Castro ser recordada en las tablas de este siglo XXI que ya avanza imparable y, para nuestra sorpresa y regocijo, sigue mirando a nuestra tradición dramática del pasado, honrando las raíces de nuestra cultura y buscando en ella inspiración, temas y conflictos escénicos convertidos en clásicos por lo que de eternos y arquetípicos hay en ellos. Nuestra historia teatral, una de las más ricas de Europa, es fuente inagotable de la que podríamos nutrirnos ad infinitum.

Apenas unos días después de despedirse del Teatro de la Abadía un excepcional montaje dedicado a Nise, la tragedia de Inés de Castro, a cargo de la compañía Nao d'amores, del que dimos debida cuenta en una de nuestras anteriores "bambalinas", se verificó el estreno en el Teatro de la Comedia, el pasado 10 de enero, de Reinar después de morir, de Luis Vélez de Guevara (1579-1644), uno de nuestros más distinguidos autores barrocos, creador de una de las muchas versiones dramáticas en torno a la leyenda de la noble gallega doña Inés de Castro, casada en secreto con el infante don Pedro de Portugal, del que tuvo incluso algunos hijos -dos en la obra-, y que fue asesinada con el consentimiento del rey Alfonso IV para poder llevar a cabo el enlace previsto entre la infanta doña Blanca de Navarra y su hijo, heredero al trono de Portugal a mediados del siglo XIV. Un matrimonio de estado, impuesto, frente a un enlace nacido del amor, elegido por propia voluntad, es el conflicto que subyace en esta tragedia de claro tono romántico -fueron muchas las versiones que se escribieron para la escena entre los siglos XVIII y XIX-, que opone asimismo, frente a la nobleza de carácter y el puro amor encarnado en la figura de Nise (Lara Grube) -anagrama de Inés- y don Pedro (David Boceta), el orgullo de clase, los celos y, finalmente, la venganza de doña Blanca (Manuela Velasco). Entre ambos extremos enfrentados se encuentra el rey don Alonso (Chema de Miguel), cuyos intereses y bravura chocan -y terminarán imponiéndose- con el amor por su hijo y la compasión hacia quienes son ya parte de su familia, incluidos sus nietos.

La excelente y muy original dirección de este nuevo montaje de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, en colaboración con la Companhia Teatro de Almada, ha corrido a cargo de Pepa Pedroche, quien ha contado con la colaboración de José Gabriel Antuñano como responsable de la dramaturgia del texto, que se reduce acertadamente en el número de personajes y en su extensión, sin menoscabo alguno de su comprensión e intensidad dramática, una bellísima y elegante puesta en escena diseñada por Ignacio García -deliciosa ambientación musical, seleccionada asimismo por este-, y la maravillosa escenografía -sin hipérbole alguna en el adjetivo- de José Manuel Castanheira, una obra de arte en sí misma, capaz de deleitar estéticamente los sentidos y ofrecer múltiples posibilidades de un movimiento escénico al que Manuel Segovia saca todo su partido. A la altura de tan brillantes recursos estéticos se encuentra el vestuario diseñado por Ana Paula Rocha y la iluminación de Ghilherme Frazâo.

Un montaje, en nuestra opinión, simplemente perfecto, en el que los actores se integran, desde sus singularidad humana, como parte esencial de un organismo que funciona, más allá del conflicto escénico, como un perfecto engranaje donde las piezas funcionan en armoniosa sincronía; una bella joya engarzada en un juego plástico, acústico y visual, en el que las figuran planean con una gracilidad estetizante y estilizada. Excelente el trabajo de todos ellos, cuyos nombres deseamos recordar en esta breve reseña: David Boceta, Julián Ortega, Lara Grube, Chema de Miguel, Manuela Velasco, Rita Barber -inmensa en sus interpretaciones líricas en lengua gallega-, María José Alfonso, Ricardo Reguera y el niño Hugo Soneira, impecable en su papel.

La tragedia de Inés de Castro se convierte en un cuadro vivo, de inusitada belleza, en este singular montaje dirigido por Pepa Pedroche de Reinar después de morir, que podrá seguir disfrutándose en el Teatro de la Comedia hasta el próximo 9 de febrero. Una cita más que recomendable para los amantes del arte escénico.

José Luis González Subías

Fotografías: Sergio Parra

Comentarios

  1. Estupendo, redondo montaje. Los actores impecables y el escenario original y muy adecuado. Preciosa función. La CNTC nunca defrauda.

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