Un Calderón con aires de comedia musical y fiesta siciliana


El lado más amable y desenfadado de Calderón de la Barca, el de las comedias palatinas de enredo, es llevado a sus últimas consecuencias en el nuevo montaje que, desde hace cerca de un mes, la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico ofrece en la sala Tirso de Molina del Teatro de la Comedia.

Dirigida por Miguel del Arco, la puesta en escena de La señora y la criada, texto de nuestro dramaturgo áureo rescatado por la CNTC en una versión felizmente adaptada al lenguaje de nuestro tiempo -respetando la belleza del verso calderoniano- por Julio Escalada, nos traslada a unos felices y locos años 50-60, idealizados desde una nostálgica visión contemporánea y ambientados en una Italia que, presente en el texto de Calderón, remite a una dolce vita igualmente idealizada, a lo Fellini, bañada en tecnicolor.

Reescritura, al parecer, de un texto previo escrito por el autor con el título de El acaso y el error, acasos y errores sustentan la disparatada y divertida trama de La señora y la criada, una comedia chispeante donde el enredo, las ambigüedades e insinuaciones sexuales -potenciadas por el director- y los juegos de confusión de identidad -quid pro quo-, tan habituales en la comedia áurea, son utilizados por Calderón con la habilidad de quien fue maestro en este género. Las dificultades amorosas entre Diana (Irene Serrano) y Crotaldo (Alejandro Pau), a causa del distanciamiento entre sus padres, los duques de Mantua y de Parma respectivamente, constituyen solo la parte de "seria" de un argumento construido a partir de la confusión generada al regalarle aquella uno de sus lujosos vestidos a la villana Gileta (Alba Recondo), lo que provocará una sucesión de disparatadas situaciones cómicas alimentadas por las veleidades y el rústico comportamiento de esta, junto con los desaires y engaños que proporciona a su marido, Perote (Mariano Estudillo).

Como no podía ser de otro modo, Miguel del Arco ha planteado una puesta en escena arriesgada y sorprendente, convirtiendo esta comedia palatina en un espectáculo musical con aire cinematográfico y un toque de music hall televisivo, donde Calderón se ríe del petrarquismo y de sí mismo; y sus creaciones, entre quienes creemos reconocer a Sofía Loren o Claudia Cardinale, se lanzan a cantar -excelente el trabajo musical de Arnau Vilà- por Raffaella Carrà. Una muy original y práctica escenografía de Amaya Cortaire, apoyada por la iluminación de Juanjo Llorens y el vestuario de Sandra Espinosa, enmarcan y dan brillo al magnífico trabajo vocal, coral y coreográfico de los once actores que conforman el reparto; todos ellos excelentes, si bien copa el grueso de la atención una Alba Recondo cuyo calculado histrionismo no mitiga su extraordinaria capacidad artística para seducir y hacer disfrutar al espectador. Su sobresaliente papel llega a restar incluso protagonismo a la dama, interpretada por Irene Serrano, actriz cuyo especial talento y vis cómica tuvimos ocasión de destacar en su interpretación de otra Diana, la de El desdén con el desdén, otra de las producciones con que esta Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico -ya en su quinta promoción- nos cautivó el año pasado. Completan el reparto Víctor Sainz, Alejandro Pau, Aisa Pérez, José Luis Martínez, José Cobertera, Mariano Estudillo, José Luis Verguizas, Anna Maruny y Pau Quero.

La señora y la criada podrá seguir disfrutándose en la Sala Tirso de Molina del Teatro de la Comedia hasta el próximo 2 de febrero.

José Luis González Subías

Fotos: Sergio Parra

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