Un universo sin medidas y de sueños paralelos en la obra de Juan Jiménez Estepa


¿Cuál es la medida exacta de los sentimientos? ¿Acaso puede cuantificarse el poderoso influjo del amor? ¿Puede hallarse la fórmula mágica que dé sentido a las relaciones y los afectos?...

Lucas, un científico vocacional de mediana edad, separado y con un hijo, viaja a Londres para reencontrarse con un pasado donde espera hallar respuestas a sus dudas presentes. Un pasado marcado por una relación amorosa nacida en la edad donde los sueños aún se visten de esperanza y cuyos efectos -y recuerdo- todavía se mantienen vivos. La bella e intensa historia de amor vivida por Lucas y la divertida y desinhibida joven que se cruzó en su camino, diecisiete años atrás, es revivida de nuevo por este mientras se dirige a la cita acordada cuando se despidieron. ¿Qué habrá sido de sus vidas en ese tiempo? ¿Acudirán ambos? ¿Acaso este encuentro servirá para cambiar algo?

Dos planos temporales se superponen e interactúan en La medida exacta del universo, la nueva propuesta escénica de Juan Jiménez Estepa, autor y director del texto que, desde septiembre del pasado año, ha podido disfrutarse en la alternativa sala madrileña Nave 73, cuyos espectáculos, siempre novedosos y sorprendentes, pocas veces defraudan. Los sueños de juventud se miden, a través de un espejo delator, con el conformismo práctico de la madurez; del mismo modo que la visión racional de la existencia, regida por el pensamiento científico, se contrapone al afán creador del artista y su razón poética. El tiempo y el espacio pierden su medida exacta en esta historia de vasos comunicantes entre el pasado y el presente, detenido en un hoy cíclico y en una ciudad, Londres, a la que conducen todos los caminos.

Jiménez Estepa se aleja en esta nueva entrega del tono de comedia empleado en Los hombres tristes, donde ofrecía asimismo una intensa y delicada reflexión sobre la relaciones humanas, para ahondar con mayor intensidad aún en estas, y en las propias dudas personales, despojando a la historia del argumento lineal y desnudando por completo un escenario cuyo vacío y negrura especular se convierten en el espacio adecuado para la expresión abstracta del símbolo y la idea. Los personajes desaparecen en realidad, para convertirse en abstracciones simbólicas de un yo desdoblado en varios rostros. ¿Cuánto de Lucas hay en Zoe? ¿Y cuánto de esta vive en la chica que aquel conoció con veinte años, cuyas palabras se funden finalmente en una escena repetida? "Esta no es mi vida, Lucas. Lo que soy aquí me lo estoy inventando"...

Más que el recuerdo de una historia de amor, lo que se ofrece en La medida exacta del universo, junto a todo lo dicho, es una honda reflexión poético-filosófica -frente al realismo de la entrega anterior, el lirismo se acentúa en esta obra-, íntima y cercana, sobre el sentido de nuestras vidas y la capacidad -o incapacidad- de elegir frente a nuestros deseos -el eterno conflicto trágico ente la realidad y el deseo-, construida desde una perspectiva eminentemente literaria; sin perder por ello la dimensión teatral del mensaje, que el director sabe construir con un acertado dominio del espacio y el tiempo dramáticos, y de los recursos escénicos con que cuenta, reducidos básicamente a la luz, el sonido y la interpretación de unos actores que realizan un trabajo magnífico. Carlos Algaba conduce con sencillez y verdad una historia cuyo foco recae sobre los dos jóvenes protagonistas de esta, Carlos GuerreroTeresa Mencía, que realizan un trabajo impecable, regido, como el conjunto del montaje, por la naturalidad y la cercanía. Por su parte, Elisa Berriozabal, a la que ya conocimos junto a Algaba en Los hombres tristes, da vida a una Zoe madura que expresa con emotividad el triste rostro de la renuncia a los sueños.

Quien desee probar la "medida exacta" del talento puede hacerlo todavía en Nave 73, donde La medida exacta del universo seguirá representándose todos los domingos de este mes de febrero.

José Luis González Subías

Fotografías: Alejandro del Estal

Comentarios

Entradas populares de este blog

Una "paradoja del comediante" tan necesaria y actual como hace doscientos años

"Romeo y Julieta despiertan..." para seguir durmiendo

"La ilusión conyugal", un comedia de enredo donde la verdad y la mentira se miran a los ojos