"Whitehorse, Canada", un viaje a nunca jamás escrito y dirigido por Juan Jiménez Estepa


Whitehorse, Canada es el nuevo montaje escrito y dirigido por Juan Jiménez Estepa. Estrenado el pasado 2 de noviembre en la sala Nave 73, ha vuelto a este emblemático espacio escénico de la capital, durante los meses de enero y febrero, para ofrecernos la posibilidad de adentrarnos en el imaginario de este dramaturgo ecijano, afincado en Madrid, cuya personalidad se ha ido gestando y mostrando en cada una de sus creaciones.

Una dramaturgia henchida de poesía, verdad y belleza, cuyo realismo onírico se adentra en los rincones más íntimos, pero también más sencillos y comunes, del ser humano; sin engolamiento alguno, con la más absoluta naturalidad, siempre desde una pulcritud literaria alimentada por una intensa capacidad de sentir y una sensibilidad estética acorde con esos sentimientos. Estos atributos son los que volvemos a encontrar en Whitehorse, Canada; una vuelta de tuerca de este autor sobre las muchas posibilidades escénicas que ofrece la mirada del yo sobre sí mismo y su entorno más cercano, con la habilidad de ofrecer una reflexión compatible con la acción y el ritmo escénico, gracias a la habilidad del autor-director de hacer vivas sus reflexiones para el espectador, que se adentra en ellas como si fueran propias y las sigue interesado.

No hay lugar en los montajes de Jiménez Estepa para el aburrimiento
. Todo cuento dicen y hacen sus personajes en el escenario nace de una justificación interna absolutamente natural, llena de vida y verdad; y como tal, provoca el interés y mantiene la atención por cuanto sucede en escena. Los conflictos interpersonales se diluyen en la complejidad del conflicto del ser y su existencia, que se resuelve -o no- con la misma delicada intensidad con que se muestra. La elegancia con que el autor expresa sus inquietudes y sentimientos -que son los de sus personajes- se transmite al conjunto de una propuesta cuyo minimalismo escenográfico se suple con las sugerencias de la imaginación -muy efectivos y de gran belleza visual, esos troncos colocados en la oscuridad del escenario, que los personajes utilizan y con los que juegan, integrándolos en sus diferentes espacios- y el acertado uso de la iluminación (diseñada por Abel García Sánchez).

La anécdota argumental de la pieza que nos ocupa se centra en Alonso (Carlos Algaba), un hombre en la plenitud de su vida, lo bastante mayor como para reflexionar sobre su pasado y aún joven para permitirse iniciar un futuro escrito por su propia mano. Decidido a cambiar de trayectoria, a "desaparecer", iniciando una vida en un destino remoto, Whitehorse, en Canadá, ligado a la memoria de una madre tan peculiar e imaginada como el resto de los personajes -amigos y familiares, incluso la directora del centro donde ha trabajado hasta ese momento- de los que trata de despedirse y con los que dialoga e interactúa, quizá en su mente. No sabemos si Alonso llegará a marcharse o no en busca de su Dorado o del Grial; si regresará algún día, satisfecho o decepcionado de su elección. Lo importante es el hecho mismo de ser capaz, o incluso, simplemente, plantearse la posibilidad de dejar todo atrás y empezar de nuevo en un lugar diferente, muy lejos, una nueva vida; algo no tan fácil, como no tardará Alonso en comprobar.

La interpretación de Carlos Algaba, cuya trayectoria como actor hemos seguido con interés desde hace algunos años, es simplemente perfecta. Toda la ternura, delicadeza y verdad que la obra desprende es asumida por el actor, quien transmite con absoluta naturalidad el misterio de la excelencia artística. Y lo hace acompañado por su habitual compañera en el escenario, Elisa Berriozabal, con quien mantiene una maravillosa complicidad; y de Eva García-Vacas, Patrick Martino y Teresa Mencía, a quienes vimos -escuchamos, en el caso de Mencía- junto a ellos, en el mismo escenario, en el anterior montaje de Jiménez Estepa (Cuando sea mayor).      

Una bella reflexión sobre la existencia, y esas encrucijadas de lo cotidiano por las que Estepa nos tiene acostumbrados a navegar, es lo que encontrará quien de adentre en este viaje a Whitehorse, Canada, que seguirá representándose todos los domingos, hasta el 23 de febrero, en Nave 73. Una buena elección teatral para el fin de semana. Muy recomendable.

José Luis González Subías


Fotografías: Daniel Oliva

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