"Roma", de David Barreiro, una tierna, sincera y dolorosa historia de amor perdido
Hace un par de años, tras disfrutar en los Teatros Luchana de una comedia de David Barreiro, elogiábamos desde La última bambalina el talento de "un escritor de amplios registros, que sabe construir historias". Celebramos que esta afirmación se confirme en Roma, su nueva entrega teatral; un emotivo drama lleno de sensibilidad, cuya historia, presentada en un texto de impecable factura literaria y formal, utiliza como marco ambiental las consecuencias de aquella burbuja inmobiliaria que explotó en 2007, acabando en pocos años con la economía, las "propiedades", el esfuerzo y las ilusiones de muchísimos ciudadanos que lo perdieron todo sin saber cómo y sin poder hacer nada para evitarlo.
Aquella circunstancia arrastró a multitud de familias y afectó la vida de numerosas personas, acabando con proyectos de futuro que se vieron truncados inesperadamente. Marcos y Ana, los protagonistas de esta nueva obra, segunda de una trilogía planeada por el autor con el título genérico de Ciudades, son unas víctimas más de aquella situación, cuya ruptura sentimental corrió de forma paralela a la odisea económica también sufrida por estos entonces.
Con una escenografía mínima, parca en recursos -apenas unos asientos y una pequeña mesa, junto con un montículo de tierra cuyo significado simbólico asociamos al ladrillo, y quizá también al paso del tiempo-, diseñada por Olaya Pazos, directora asimismo del montaje, el principal atractivo de la obra reside en la calidad del texto de Barreiro y la hondura humana plasmada en cada palabra y cada gesto entregado a los actores. La verdad y la emoción se palpa, se percibe en la interpretación de Mariona Tena y Pablo Castañón, que llenan cada silencio y saben transmitir la tierna, dolorosa y sincera historia de amor perdido que es en realidad Roma. El recuerdo del año vivido en la ciudad eterna, ligado a la juventud, a la pasión y a la vida, cuando las buhardillas eran el nido donde se fraguaban sus sueños, se alcanzaban las estrellas y se alimentaba el amor, se proyecta como una sombra, una triste sombra, sobre la realidad de aquella pareja que fue y ya no existe.
Tristeza, dolor, melancolía y amor, mucho amor, más allá del tiempo y del espacio, ligado a ese recuerdo que permanece guardado en el interior de cada uno, como un tesoro único e inexpropiable, es cuanto puede encontrarse -entre, seguro, otras muchas cosas- quien se acerque a ver esta nueva obra de David Barreiro, que permanecerá en los Teatros Luchana hasta el 27 de septiembre.
José Luis González Subías
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